A principios de junio pasado, Alberto entrevistó a Cecilia Blanco, embajadora de Cinco Palabras, en su programa Maestros de Vida en el Canal TINKU. En ella, Cecilia habló de Cinco Palabras, de su canción “El grito mudo del mar” invitando a todos a escucharla y difundirla, y en defensa de los océanos.
Gracias a la incesante labor de difusión Cecilia, una vez más, el presentador conoció el trabajo de nuestra fundación y nos ofreció sus Cinco Palabras.
No dejaremos de agradecer a Cecilia su inestimable labor de difusión y apoyo a las causas, así como su compromiso con el bienestar de la vida marina.
Mira y escucha aquí la entrevista de Alberto:
ALBERTO FERNÁNDEZ PARRÓN
“Soy Alberto Fernández, @albertofparron en las redes sociales.
A través de mi proyecto personal, Empresas Autistas, comparto mi viaje personal de aprendizaje de la comunicación con mi hijo autista y lo traslado a emprendedores y empresas, capacitándoles para resolver sus retos de comunicación con un enfoque consciente.
Periodista y comunicador, he dedicado más de 5 años liderando el departamento de comunicación de una multinacional, en la cual sigo dirigiendo un proyecto internacional.
Apasionado por la radio, superé mi límite de tener un programa de radio creando mi propio espacio de éxito, y que ahora llevaré a la Televisión. Mis conocimientos no acaban ahí: tengo una amplia experiencia, con más de 10 años, en medios de comunicación generalistas, así como en los sectores sanitario y agroalimentario.
Lo que realmente me distingue es mi dedicación a ayudar a las personas y empresas a comunicar mejor, con una perspectiva única: la neurodiversidad.”
¡Gracias Alberto, por darnos tus Cinco Palabras!
Las Cinco Palabras del mes de Septiembre de ALBERTO FERNÁNDEZ PARRÓN son ...
- AUTISMO
- COMPROMISO
- COMUNICACIÓN
- ABRAZO
- DIFERENCIA
Libro de Alberto Fernández publicado en enero de 2024, que ha tenido una gran acogida por empresas y público en general.
“Al abrir este libro estás comenzando un viaje en el que vas a descubrir el autismo y la historia de cómo nuestra familia lo abraza y entiende para mejorar día a día, pero sobre todo un viaje hacia tu comunicación, un viaje al origen de todo, a esas herramientas que de momentos usas de forma inconsciente pero que pronto gestionarás para brillar, para hacer valer tu mensaje y así cambiar tu propio mundo…”
Escribe tu relato solidario siguiendo las siguientes normas:
1. Extensión máxima 100 palabras.
2. No se cambiará la posición de las palabras.
3. No se modificará el género ni el número de las palabras proporcionadas.
* Se eliminarán los relatos que no cumplan las normas.
NOTA: Nos reservamos el derecho de la publicación de los relatos. Se eliminarán relatos ofensivos o insultantes hacia cualquier país, pueblo, animal o personal que puedan herir la sensibilidad del lector.
1. Incluir las cinco palabras publicadas semanalmente a través de la web – manteniendo el orden en que se han ofrecido – sin modificar género ni número
2. Extensión máxima: 100 palabras
3. Idioma: español
Este juego literario ha sido una herramienta para dar difusión, no solo a los propios escritores y sus relatos, sino también a las causas mensuales con las que la Asociación ha estado colaborando. En marzo de 2023 la Asociación Cinco Palabras se transforma en la Fundación Five Words, que pretende dar continuidad a la labor realizada por la Asociación en sus 10 años de vida, manteniendo su Misión de “Hacer un mundo más digno a través del Arte”. En coherencia con este objetivo, la Fundación Five Words (en adelante, la Fundación) pone en marcha este concurso de microrrelatos, para fomentar la escritura y promocionar a los escritores que, a su vez, con sus relatos, ayudarán a la difusión de las causas solidarias mensuales de la Fundación. El Concurso mantendrá las reglas del juego literario antes detalladas y constará de dos fases: mensual y final. La primera edición de este Concurso dará comienzo el día 1 de abril de 2023 y finalizará a las 23.59 horas del 29 de febrero de 2024 (hora peninsular española). El premio está dotado con 5000 euros, distribuidos de la siguiente forma:
¡VIVAN LAS DIFERENCIAS!
El autismo fue parte de la vida de Alberto desde el nacimiento de su hijo. El compromiso por él lo llevó lejos, pero nada lo preparó para el miedo a que su hijo conociera a un nuevo amigo. La comunicación… inesperada.
Un fuerte abrazo a su hijo, un salto y un baile incansable (TDAH). Lucas reaccionó doblando las rodillas una vez: estaba bailando.
Ambos niños celebraron su amistad a su modo: un baile frenético y una sutil sonrisa.
Alberto lloró mientras susurraba: “Viva la diferencia”.
Pétalos y colmillos: un cuento diferente
A diario, el lobo observaba a Caperucita en el jardín de la abuelita. Su autismo la hacía única: ordenaba meticulosamente flores silvestres, absorta en su mundo, lo cual intrigaba al animal. Fascinado, asumió un firme compromiso: entenderla sin asustarla.
La comunicación fue un reto; ella evitaba el contacto visual, pero sus ojos brillaban con los colores y patrones del bosque. Con paciencia, se ganó su confianza.
Un día, Caperucita lo sorprendió: le dio un tímido abrazo. El lobo, conmovido, pensó: «Su diferencia es su fortaleza».
Aun así, protegió a Caperucita de otras alimañas ignorantes.
Cuestión de perspectiva
Un día oí a mis padres que hablaban de autismo. Debía de ser algo horrible porque ambos lloraban.
“Uno de ellos se va a morir” pensé.
De seguro no era el momento de contarles de mi compromiso con Julia.
«Hay problemas de comunicación» dijo mi madre llorando.
«Encontraremos un remedio» añadió mi padre, dándole un fuerte abrazo.
Entendí, afortunadamente, que nadie se iba a morir, pero ambos estaban tristes, y yo me sentía culpable porque, a diferencia de ellos, era feliz y pensaba sólo en mi amor.
“Se lo diré otra vez, cuando Julia también lo sepa” pensé.
Iguales
«Antes no existían esas cosas, autismo, hiperactividad, …», afirmó tajante, con el convencimiento que le otorgaba la ignorancia. Su compromiso con Paula pendía de un hilo, a ella no le bastaba sentirse querida por él, necesitaba que comprendiese las necesidades de su hijo y para ello era imprescindible una mejor comunicación. «Que antes no tuviesen un nombre no significa que no existiesen. Tú más que nadie deberías entenderlo», afirmó Paula. «¿Qué quieres decir?», preguntó él sorprendido. «¿Recuerdas cuanto te costó relajarte cuando yo te daba un abrazo?, pues esa es la diferencia que tanto te acerca a mi hijo».
Iguales
«Antes no existían esas cosas, autismo, hiperactividad, …», afirmó tajante, con el convencimiento que le otorgaba la ignorancia. Su compromiso con Paula pendía de un hilo, a ella no le bastaba sentirse querida por él, necesitaba que comprendiese las necesidades de su hijo y para ello era imprescindible una mejor comunicación. «Que antes no tuviesen un nombre no significa que no existiesen. Tú más que nadie deberías entenderlo», afirmó Paula. «¿Qué quieres decir?», preguntó él sorprendido. «¿Recuerdas cuánto te costó relajarte cuando yo te daba un abrazo?, pues esa es la diferencia que tanto te acerca a mi hijo».
El conocimiento de nuestra realidad
El autismo entró en su vida de una forma inesperada. Un torrente de sentimientos arrolló su antiguo ser, descubriéndose a sí mismo en un nuevo caudal en el que navegaba por nuevas emociones. Sus ojos se abrieron a una realidad, antes no percibida con claridad. Con aquella experiencia, se inició un férreo compromiso que implicaba la comunicación pública, con naturalidad, que intentaba dar a conocer el amplio espectro que representa el trastorno autista y, así, con la generosidad del corazón puro, dar el abrazo a la diferencia, al conocimiento y entendimiento.
El silencio
Celia no sabía lo que era el autismo. No lo supo siquiera cuando nació Miguel. Lo supo cuando no se comportaba como los otros niños. El compromiso y la determinación de los primeros días dieron paso al desaliento. Y la comunicación se convirtió en una muralla infranqueable. Día tras día, mes tras mes, Celia esperaba un milagro. Hasta que un día Miguel se acercó a ella y la abrazó. Ese abrazo, esa muestra de amor en el más absoluto silencio, fue su pequeño milagro, el gesto que marcó la diferencia entre el desconsuelo y la esperanza para Celia.
Título: Fuerza y Coraje
El AUTISMO dejó de ser una palabra para convertirse en una realidad. Sus ilusiones y esperanzas se tornaron grises. Para poder ayudar a su hijo debía tomar conciencia y asumirlo. Pasado el duro golpe de realidad, se dio cuenta de que solo era un COMPROMISO diferente. Aquello no podía enfrentarlo sola. Buscó apoyo de expertos que le explicaron las dificultades de COMUNICACIÓN que su hijo tenía y que con una terapia adecuada potenciarían sus capacidades. Con su ABRAZO le brindó su compresión, empatía y todo su amor. Su fuerza marcaría la DIFERENCIA para tener posibilidad de un mañana mejor.
Título: Fuerza y Coraje
El AUTISMO dejó de ser una palabra para convertirse en una realidad. Sus ilusiones y esperanzas se tornaron grises. Para poder ayudar a su hijo debía tomar conciencia y asumirlo. Pasado el duro golpe de realidad, se dio cuenta de que sólo era un COMPROMISO diferente. Aquello no podía enfrentarlo sola. Buscó apoyo de expertos que le explicaron las dificultades de COMUNICACIÓN que su hijo tenía y que con una terapia adecuada potenciarían sus capacidades. Con su ABRAZO le brindó su compresión, empatía y todo su amor. Su fuerza marcaría la DIFERENCIA para tener posibilidad de un mañana mejor.
Reenvio rectificado pues faltaba un acento en la palabra sólo
ADRIÁN
Adrián gobernaba Adrianópolis, era señor y dueño de todo.
El autismo en que vivía, hacía que su padre Miguel se preguntara a diario, como ayudarlo: ¿acaso su compromiso, comunicación o un abrazo harían la diferencia?
Miguel gimoteaba en esa dura batalla que era su vida… cierto día, encontró qué en el libro de dibujos de su hijo una hermosa mariposa azul ocupaba la carátula. El niño se lo arrebató.
¿Quién es? Preguntó:
– ¡Usted! con alas para volar – expresó Adrián.
Y con una de sus alas Miguel, estrechó a su hijo y encontró un camino para llegar a Adrianópolis.
SUPEREMPATÍA CONTRA FALTA DE EMPATÍA
Autismo viene a significar ensimismamiento. ¿Estaba nuestro hijo ensimismado? La verdad es que sí. Qué compromiso, qué exigencia para los padres lidiar con ese “trastorno”, con la falta total de flexibilidad del hijo, con sus problemas de comunicación, con su creciente insociabilidad. Él, que era como un erizo, nunca te daba un abrazo, y si lo besabas se pasaba la mano por la cara, limpiándose. La diferencia entre él y nosotros era su cociente intelectual. Nos daba un baño en todo, menos en pensar en el otro. Y así seguiríamos si él siguiera con nosotros.
MI HERMANO Y YO
Cuando mi hermano era pequeño le diagnosticaron autismo. El compromiso de mis padres fue conseguir una buena comunicación entre hermanos. Los dos vamos juntos a la escuela. De camino, hablamos. Yo le cuento chistes y le aclaro que son para reírse. Él me ayuda con los números que se le dan de miedo. Nos separamos con un abrazo, él va a su aula y yo a la mía. Antes, algunos se metían con él. Han aprendido a respetar la diferencia. Mi hermano se llama César y mola. Menos cuando se enfada, que lo hace, como todo, a lo grande.
DE MAL PALO BUENA ASTILLA
Cuando escribió la última palabra “autismo” se decidió, por fin, a enviar el texto. En esta ocasión se trataba de un concurso de relatos. A pesar de su inseguridad inicial siempre volvía a intentarlo, quizás por un compromiso hacia sí misma o quizás para olvidar aquella frase que su padre solía sentenciarle de pequeña: “No sirves para nada”.
La falta de comunicación entre ellos era evidente y el esperado abrazo no llegaba nunca. La diferencia es que antes callaba y se tragaba las palabras. Ahora escribía para volar y para llevarle la contraria, era su forma sutil de vengarse.
DE MAL PALO BUENA ASTILLA
Cuando escribió la última palabra “autismo” se decidió, por fin, a enviar el texto. En esta ocasión se trataba de un concurso de relatos. A pesar de su inseguridad inicial siempre volvía a intentarlo, quizás por un compromiso hacia sí misma o quizás para olvidar aquella frase que su padre solía sentenciarle de pequeña: “No sirves para nada”.
La falta de comunicación entre ellos era evidente y el esperado abrazo no llegaba nunca. La diferencia es que antes callaba y se tragaba las palabras. Ahora escribía para respirar y para llevarle la contraria. Era su forma sutil de vengarse.
«Algo»
Darío sopla las siete velas tuertas que él mismo ha clavado en su tarta de cumpleaños. Cuando tuvimos diagnóstico, el día que nos hablaron del Autismo y de la variante implicada en su dolencia, se forjó entre los tres una suerte de mudo compromiso que nos ha traído hasta aquí. Él se agita en la silla tratando de encontrar un soplido entre los resquicios de su risa nerviosa. Su padre y yo, sumidos en la íntima comunicación de un abrazo, advertimos que algo grande está sucediendo. Algo relacionado con una fascinante diferencia. Algo involucrado en los esquivos privilegios del existir.
‘una cita verdadera, en otoño’
«No me esperaba un beso, ¡uf!, venía abierta a todo, pero no sé a qué, ¡me voy!», pensó Alicia, «me gustó, Jorge me gusta, ¡me voy!»; y escapó corriendo por la playa. Sabía que su autismo es un mundo peculiar, pero sencillo, y amar es un compromiso.
—La comunicación es difícil, mírame-, dijo Jorge en cuanto la alcanzó, mientras le daba un abrazo, —te amo-.
Alicia se sumergió tan profundamente en su abrazo que sintió miedo. Escapó de nuevo, Jorge la cogió de la mano, sonrió, y siguieron paseando en silencio, con sus rarezas, como todos.
«¿Diferencia?», pensó Alicia, feliz…
Seis
Ambos padecían autismo y terminaron aterrizando en el mismo asteroide solitario. El Principito preguntó qué hacía allí. Exupéry contestó que cumplir un compromiso ineludible: sobrevolar el Mediterráneo en una noche sin estrellas hasta desaparecer sin que nadie pudiese encontrarlo. El Principito dijo que era un iluso, como cualquier adulto, los medios de comunicación, con sus satélites, terminarían haciéndolo. Exupéry pensó en darle un abrazo, pero seguían siendo autistas y también estaba la diferencia de estatura. Se limitó a explicarle que necesitarían otro microrrelato donde encontrarle, y este, el último que escribía, acababa donde había empezado, en los seis años.
En el almacén mi bisabuelo tan absorto en sus pensamientos, no se percató de mi llegada y como si estuviera inmerso en el más extraño autismo, el peso del pasado lo volvió a atrapar, arrepentido por su miedo al compromiso, por abandonar durante más de 10 años a la bisabuela en plena juventud para ir en pos de sus concupiscencias, recibió como castigo de por vida una cama separada, sin ninguna comunicación más que un plato de comida tres veces al día, con una lágrima que nunca salió en público, tan sólo un abrazo de ella hubiera marcado la diferencia.
Memoria
En el almacén mi bisabuelo tan absorto en sus pensamientos, no se percató de mi llegada y como si estuviera inmerso en el más extraño autismo, el peso del pasado lo volvió a atrapar, arrepentido por su miedo al compromiso, por abandonar durante más de 10 años a la bisabuela en plena juventud para ir en pos de sus concupiscencias, recibió como castigo de por vida una cama separada, sin ninguna comunicación más que un plato de comida tres veces al día, con una lágrima que nunca salió en público, tan sólo un abrazo de ella hubiera marcado la diferencia.
EL NUEVO VECINO
El mes pasado llegaron al edificio unos nuevos vecinos. Son muy agradables, aunque quizá algo distantes. Especialmente el niño. Siempre que nos tropezábamos, mantenía la mirada baja como si quisiera esconderse. Me han comentado que padece algún tipo de AUTISMO. He llegado al COMPROMISO conmigo mismo de intentar establecer algún tipo de COMUNICACIÓN con él. Ayer coincidimos y traté de iniciar una conversación. Cuando ya me daba por vencido, me sorprendió chocándome la mano. Me hubiera encantado darle un ABRAZO, pero pensé que ya había conseguido mucho. Quizá la DIFERENCIA fue que le traté con naturalidad.
“Carlitos vs IA”
Tengo dos hijos, Miguel y Carlitos. Carlitos padece autismo y me plantea a diario un compromiso personal y un reto de comunicación brutal. Un solo gesto suyo, un silencio prolongado, una respuesta inteligente o un abrazo inesperado me desarma y me estimula como ninguna otra cosa. Son gestos que nunca veo en mis sistemas informáticos. Nada de emociones, esa es la gran diferencia. ¿Que en qué trabajo? Soy titulado en ingeniería informática y me dedico al campo de la Inteligencia Artificial diseñando rutas de aprendizaje, razonamiento y percepción. Esas mismas rutas en casa, las diseña Carlitos, sin titulación académica alguna.
«Crecer Juntos»
Observé al niño jugar solo. Autismo. Su mundo seguramente sería diferente pero, igual de seguro, no menos valioso. En una sociedad individualizada y egoísta con falta de compromiso real hacia los demás, con una comunicación sesgada entre generaciones, reflexioné en lo difícil que sería su integración en la sociedad. Sin embargo, en ese momento, se acercó a mí y, con un tímido abrazo, me mostró que la diferencia no es una barrera, sino una oportunidad para aprender y crecer juntos.
Mauro Costilla, el Helen Keller tucumano
El autismo y la ceguera no le permitían captar el mundo. Su madre adoptiva todo compromiso. Logró la comunicación con el niño con insistencia. Hoy están presentando su libro, su niñez de autista y ciego recopilada en pandemia, tanto tiempo encerrados. La madre es como un abrazo gigante. El lugar es una biblioteca para ciegos un chiste que compartimos todos. Presente la maestra del autor del libro, su perra la ayuda en su ceguera. La diferencia entre esa perra y un animal común es gigantesca. Mauro es como una Helen Keller, no debe haber muchos libros así en el mundo.
Muy buen relato..muy profundo 👏👏👏
Es real. Ocurrió a pocas cuadras de aquí en medio de una plaza que es la biblioteca parlante para ciegos. Gracias.
Un Hijo Deseado
Ana: – Pedro, nuestro hijo es autista.
Pedro: –No puede ser. Ya era suficiente con cuidar a un bebe, será un fastidio, no tendremos tiempo. No puedo asumir el compromiso, todo van a ser inconvenientes. Además, tengo una comunicación de mi jefe para ampliar mi sección.
Ana: – ¿Cómo puedes decir eso? Tenemos que amarlo y cuidarlo…
Pedro: – A un bebé que no comprenderá nada.
Ana: – Pedro, ¿eres esa persona sensible que conocí? Durante el embarazo solo te quejabas y nunca estabas en casa. ¡Basta! ¡Vete! No hay diferencia cuando se ama.
Madre de Ana: – Dame un abrazo, juntas cuidaremos del pequeño.
Un vecino «diferente».
Cuando me crucé con Mikel por primera vez en el portal pensé que esa mañana me había pasado con el perfume, porque él se apartó bruscamente al pasar junto a mí.
Esa misma noche Miren llamó a mi puerta para pedir disculpas por el comportamiento “algo diferente” de su hijo, causado por el autismo, según me explicó.
Nunca había sentido el más mínimo compromiso hacia mis vecinos, pero su gesto apurado y su comunicación entrecortada, cabizbaja, casi avergonzada, me llevó a darle un abrazo.
“La diferencia no debe disculparse, sino celebrarse” le dije. “¡Bienvenidos a esta comunidad!”.
El trueno y el silencio
Perdí los estribos y, enfurecida, le dije que ¡vaya a un psiquiatra a ver si lo trataban! Le diagnosticaron un grado leve de autismo. Ensimismado, rompió el compromiso y cortó la comunicación. Yo sentí un terrible remordimiento y una profunda tristeza; añoraba su compañía y su abrazo. «¿Qué diferencia existe conmigo? ―pensé―. ¿No sufro yo de arrebatos de rabia?». No te comprendo cuando te encierras en tu mundo ni tú a mí cuando estallo sin razón. Soy el trueno, tú el silencio y nos acoplaremos con amor. ¡Oh, querido, vuelve a mí!
Errar es humano
El renombrado psiquiatra diagnosticaba y trataba problemas mentales: la depresión, el autismo, la esquizofrenia… Lo honraron con premios y menciones por su fiel compromiso hacia sus pacientes. Se distinguían su comunicación gentil, su mirada compasiva y su abrazo genuino. Había marcado la diferencia en la vida de muchos. Por eso causó sorpresa cuando su último paciente se suicidó. Se rumorea que saltó del edificio después de que el especialista sufriera él mismo una alucinación. Excusándose en el «inquebrantable secreto profesional», el ciborg rehúsa hablar del asunto.
‘ciborg’ lleva acento en la i, debería decir cíborg
gracias
Subyugación
Opté por el autismo para controlar mi vicio. Deshice mi último compromiso y corté la comunicación con el mundo exterior. Le di el último abrazo a mi madre. Elegí unos patrones de vida cronometrados que repetí hasta el cansancio. Subyugué a mi mente hasta que quedó restringida y sin un ápice de libertad para pensar o regodearse. Vi, finalmente, la diferencia al yacer en mi lecho de muerte: ángeles, niños puros e inocentes, me acogían sin temor.
*El abrazo*
La primera vez que escuchó “autismo” pensó que se trataba de una condición vinculada con lo automovilístico. ¡Con razón su hermano pasaba el día jugando con vehículos! Entendió la cara de preocupación de sus padres: ¿dónde conseguirían tantos coches? Decidió entonces aliviar la carga familiar y asumir el compromiso de construirlos ella misma.
En aquella casa la comunicación no fluía y pasaron varias semanas y autos fabricados hasta que el abrazo de su madre le indicó que había un malentendido. Una vez aclarado, para ella no hubo diferencia: Juan siempre iba a ser Juan; su querido hermano, amante del automovilismo.
El camino del Amor
‒¿Cómo te llamas?
‒Autismo ‒me respondió esa mirada clara aunque un poco perdida.
‒Mi nombre es Compromiso ‒le dije yo‒ y creo que vamos a estar juntos mucho tiempo. Aprenderemos a recorrer el camino por donde nos lleve el destino.
Y así empezó nuestra unión. Al principio la comunicación era complicada, austera, desganada, no sabíamos que decirnos. Pero un día, sin esperarlo, Autismo me dio un gran abrazo y me susurró unas palabras al oído: te quiero.
Nada cambió en nuestro recorrido, solo hubo una pequeña gran diferencia, el Amor.
Un día de clase
Estar rodeada de niños maravillosos, es un regalo. Un día, noté que la niña más inteligente de la clase miraba con asombro unos pájaros por la ventana. Tomé ese momento perfecto para hablar del autismo. El compromiso con mi profesión no me permite ignorar esos temas. Comencé entablando una comunicación sincera y abierta con mis pequeños. Ellos, atentos, comprendieron que existen diferentes formas de entender el mundo. En ese momento, Laura apartó sus ojos de los pajaritos. Su mirada de anciana se posó en mí, sin hablar me dio un abrazo profundo. Todos entendimos que podemos abrazar la diferencia.
BARRILETE
Antes de conocer a Delia tenía una idea muy vaga sobre el autismo. Al acercarme al instituto Barrilete de APADEA y relacionarme con algunos de los chicos que venían del interior, pues asumí el compromiso de darle pasajes gratis, fui comprendiendo la diversidad que hay en ellos y su forma de comunicación; que se magnificaba en un abrazo fuerte o un simple roce de manos.
Sí, aprendí que hay un enorme potencial a desarrollar y que instituciones como ésa, con gente maravillosa trabajando, hacen la diferencia para una sociedad mejor.
GASPAR ANGEL RACHZ
DOS POR UNO
Andábamos enzarzados en continuas peleas cuando supimos que nuestro hijo tenía autismo. De inmediato, firmamos un tácito compromiso de no agresión para poder brindarle todo nuestro apoyo, el de los dos: no era el momento de agravar la situación con un divorcio. La comunicación con él no resultaba fácil pero, a base de intentarlo, mejoró la nuestra. Ensayábamos un abrazo entre nosotros antes de animarle a él a que probase, con uno o con el otro, no debía haber diferencia. Así, andando el tiempo primero y corriendo después, él logró el alta médica y nosotros una segunda oportunidad.
La gran Martina
“¿Comisario…cómo está Martina?” -Inquirió muy preocupado Don Daniel
“cálmese, que está muy bien ahora, podría decir que su Autismo la salvó”-empezó contando el policía. “Cuando el asesino ingresó a la casa, sólo Martina pudo oírlo por su alta sensibilidad a los sonidos y por el compromiso con su amiga, fue a buscarla antes de salir corriendo, con rápida comunicación por gestos y un abrazo la calmó; llevándola a su escondite en el trasfondo de su ropero…muchos llaman a los Autistas limitados y diferentes, yo pienso que tienen superpoderes”. Don Daniel sonriendo contestó con las manos al cielo … “¡Bendita diferencia!”
Empatía
Me conmovía observar a esa persona maravillosa, a la cual el autismo había atrapado por completo, envolviéndola con una suavidad tramposa para que los rastros se notaran de forma leve. La sensibilidad de mi alma, transformaba la situación y creaba un compromiso que, por medio de la comunicación emocional lograba entender que un abrazo intenso, pedido a gritos por esos ojos brillantes y llenos de vida, marcaba una diferencia enorme, cargada de una catarata de sentimientos profundos. Y que a partir del hecho, se creaba un camino de felicidad, que con el tiempo mejoraba una vida de expectativas puras.
Palmas y laureles
En algún lugar de los Balcanes, los Titanes del Olimpo discutían cómo eran transmitidas sus habilidades innatas. No tardaron en defender acalorados sus puntos de vista y obviamente el asunto terminó en guerra.
Años después, aquellos que vivieron su propia contradicción fueron avergonzados. Pero los que buscaron tolerancia, su familia y su casta, orgullosos les perdonaron.
¡Bosque de cipreses! tú eres testigo que esta condición, este autismo, es privilegio y redención. Compromiso natural de jóvenes dioses que no sucumbieron ante la palabra explosiva y volátil. Comunicación implícita que no necesita apretón o abrazo. Hermosa, delicada diferencia.
¡Entendamos!
Estamos en un mundo nuevo, lleno de interminables situaciones físico-mentales, el autismo es uno de ellos, cuando conocí a un niño autista entendí el compromiso de los padres y familiares en el cuidado del niño, hay diferentes tipos y es importante una comunicación pública hacia las personas que vivan cerca de un niño autista ya que su trato y socialización es muy específica, es de toda la población una obligación de estar enterados de dicha situación y estar en la misma sintonía con este trastorno al que hay que dar un abrazo de fraternidad y hacer una diferencia real.
HERMANOS
Siempre supo que su hermano tenía AUTISMO, incluso antes que sus padres. A pesar de todo, adquirió el COMPROMISO personal de cuidarle y protegerle. Entre ellos no hacían falta palabras, tenían una COMUNICACIÓN innata. Era capaz de anticiparse a sus ataques de ira, al encierro en aquella coraza que le protegía de un mundo que no entendía y que le discriminaba. A pesar de todo, evitaba cualquier contacto. Si le tocaba accidentalmente se alteraba mucho. Por eso, lloró el día que sin motivo aparente le dio el primer ABRAZO. Algo había cambiado en él, aunque no pudiera apreciar la DIFERENCIA.
Singrafista, Septiembre 2024
Caminando juntos
Mi amigo Miguel es un ser único que observa el mundo a través del prisma del autismo. La comunicación con él solo es posible si hay amor genuino, ese que crea un compromiso que perdura en el tiempo.
Cuando lo conocí, me dio un abrazo que, con diferencia, es el mejor que he recibido en mi vida. En ese momento, nuestros corazones se unieron. Me tomó de la mano y, desde ese día, me está mostrando lo maravilloso que es el mundo cuando lo recorremos juntos, aprendiendo uno del otro.
Por fin libre
Amanece a la orilla del mar azul que me vio nacer. La tormenta se desató en mi interior al conocer el diagnostico de autismo. Hacía años que venía sintiéndome diferente, era incapaz de adquirir ciertos compromisos con todo el género humano. La comunicación con mi propia “raza”, había sido un drama toda mi vida. Me metí en el agua y sentí el abrazo helado pero reconfortante de las olas del mar. Todo terminó, me susurraron. A partir de ahora, al fin podía sentirme libre. Aquel mar azul fue el que marcó la diferencia, ahora sí, me comprendí.
Juanchi
– (¡Ay con el bendito autismo!) Deja esos mapas de una vez, Juanchi, que te pasas el día…
–Preferiría no hacerlo.
– Anda, ve a jugar con tus amigos. Asumiste un compromiso con ellos, ¿recuerdas?
–Preferiría no hacerlo.
–Hum, ¿qué has estado leyendo hoy, Juanchi?
–Preferiría no decirlo.
– ¡Qué difícil la comunicación contigo! ¡Ya sé! Estuviste leyendo Bartleby, el escribiente. ¡Te descubrí! ¿Y esa sonrisa? ¡Dame un abrazo, pícaro!
–Preferiría no hacerlo. Preferiría…
–Ven aquí, pichón de Melville, que es mucho mejor acariciarme a mí que a un mapa. ¿Notas la diferencia? Y todavía faltan cien besos.
Y Juanchi se dejó besar.
LA VISITA
El autismo entró a casa con los pañales y el cordón umbilical. ¡Menudo compromiso nos había caído! No fue fácil lidiar para despertar la comunicación visual y arrancar al niño las primeras palabras, que no se atrevían a salir de su garganta. Nos costó enseñarle que un abrazo no dolía. Acostumbrarnos a sus rutinas, la forma de ordenar los cubiertos, los lápices y hasta nuestras vidas. Disfrutar con la diferencia, porque el niño nos obligó a mirar la vida sin maldad. Las pocas veces que se emociona, sabemos que nuestro esfuerzo ha valido la pena.
El idioma del amor
Cada mañana, Sergio y Bruno, hermanos mellizos, siguen sus rutinas con precisión. El autismo de Sergio no les sitúa en un compromiso. Sergio presenta ecolalias y Bruno repite preguntas hasta obtener la respuesta deseada; Sergio tiene fascinación por los números y Bruno por las letras; a Sergio le encanta el silencio y a Bruno la música a todo volumen. La comunicación de Sergio se desarrolla con pictogramas y la de Bruno con palabras. Sin embargo, hallan en el abrazo su lenguaje universal, capaz de desdibujar cualquier diferencia entre ellos.
SE COMUNICA, NO VERBALMENTE
– Sí, él tiene autismo -decía su madre-. Cuando me dieron el diagnóstico, me deprimí, pero luego entendí que no podía estar así, sino sacar fuerza y capacidad para trabajar y crear un compromiso con él y conmigo, para que, al menos, no empeorara, ya que la mejora no era posible; para comprender su tipo de comunicación; para entender su abrazo y su petición; para potenciar este amor incondicional.
Es cierto que hay una gran diferencia y, es el aprendizaje que conlleva.
Neurodivergentes
El diagnóstico fue contundente, claro está, para los conocedores de esta realidad.
«Fobia social, fobia social», decían todos los entendidos de bata blanca, tratando de encajonar aquello que les sobrepasaba. Infinitas consultas y viajes hasta llegar a la estación de salida: autismo. Solo nombrarlo te sube del estómago hasta el corazón el compromiso y te das cuenta de que no necesitan mucho para ser excelentes en comunicación: altas capacidades sin fluidez verbal. A veces, las muchas, rechazan el abrazo para enaltecer su diferencia. Su realidad les hace únicos y especiales, aunque hijos del mismo árbol y del mismo mar.
Un Hijo Deseado
Ana: – Pedro, nuestro hijo padece autismo.
Pedro: –No puede ser. Ya era suficiente con cuidar a un bebe, será un fastidio, no tendremos tiempo. No puedo asumir el compromiso, todo van a ser inconvenientes. Además, tengo una comunicación de mi jefe para ampliar mi sección.
Ana: – ¿Cómo puedes decir eso? Tenemos que amarlo y cuidarlo…
Pedro: – A un bebé que no comprenderá nada.
Ana: – Pedro, ¿eres esa persona sensible que conocí? Durante el embarazo solo te quejabas y nunca estabas en casa. ¡Basta! ¡Vete!
Madre de Ana: – Dame un abrazo, no hay diferencia cuando se ama, juntas cuidaremos del pequeño.
TE QUIERO, SIN DISTINCIÓN
De todos los trastornos del desarrollo que podría tener un niño; el autismo es el diagnosticado a mi hijo.
Entre los dos hemos acordado un compromiso de comunicación. Ambos debemos expresar nuestras emociones al otro; mi hijo ha elegido de manera natural los abrazos.
Cada abrazo es diferente; lo que me enseña la enorme diferencia de emociones que puede experimentar un niño de cinco años que no habla y se balancea constantemente.
Esos abrazos me hacen ser consciente de que podemos crecer juntos y aprender el uno del otro.
UN MUNDO MEJOR
¿Es autismo lo que impide a nuestros políticos alcanzar el más mínimo compromiso con la ciudadanía?. Sin comunicación no hay negociación. Presenciar algún día como los representantes de la gente se funden en un abrazo, aunque sea dialéctico, se torna una utopía que no cabe ni en la imaginación del más iluso. Conseguir acuerdos, al menos los que se amparan en el sentido común, que indiquen que se escucha a los electores, marcaría una gran diferencia. La esperanza es lo último que se pierde.
JUAN
Nunca pudo decir que era autista. Porque apenas pudo articular palabras que a los demás pudiesen acercarle a su alma. Autismo. No era carencia profunda de entendimiento, se trataba de otra cosa. De cierto compromiso con su silencio terco, obvio. Fueron los demás los que le etiquetaron así. Juan es autista. Pero olvidaron, presas de diagnósticos urgentes, hablar de comunicación. Porque Juan se comunicaba. Sabía hacerlo, mudo, de forma tan espontánea además… Bastaba su abrazo sorpresivo, inesperado. Un abrazo siempre tan cálido… Diferente. Claro que Juan era diferente. Era en su humilde diferencia donde encerraba toda su inmensa sabiduría.
Tinta solidaria.
Tras ver la película “Especiales”, en el Instituto, con el ánimo de sensibilizar visitamos un centro que trataba el autismo. Ya en mi casa, vi que me había traído de allí un bolígrafo. Al día siguiente cuando le tomé para escribir este relato, el bolígrafo me susurró que tenía un compromiso con aquella institución, que me ayudaría a servir de vía de comunicación, pero que en cuanto terminara le devolviera a “ Su Sitio”. Sorprendido, guió mi mano y al finalizar le di un abrazo, pudiendo sentir la diferencia de quien se implica de verdad en las dificultades. Héroes anónimos.
TRAVESÍA
Autismo, ideas que revolotean en silencio sin saber cómo asomarse al exterior. El compromiso para establecer comunicación convirtió un abrazo en la llave de acceso a un mundo velado. Una forma de funcionar, de actuar y de sentir, desde la diferencia. Rosa aprendió a navegar guiada por las estrellas de la constelación de su hijo. La espuma de mar, el romper de las olas, cada nuevo amanecer en la travesía. Experta marinera y puerto donde recalar. «Súbete a mi barca, juntos viviremos la aventura de la vida», repite una vez más.
LA VENTANA DE LA VIDA
Cada día, miro por la ventana de la vida y contemplo a mi hija, que, ausente por su autismo me traslada a un lugar de emociones disímiles; tomé el compromiso, como madre, y es que, la compleja barrera de la comunicación resulta irrelevante ante cualquier abrazo que yo le doy, obteniendo su absoluta indiferencia, fruto de su diferencia. Es probable que no lo podáis entender, tampoco lo pretendo, a veces me quedo absorta, ensimismada, solo mirándola, y cuando retomo la compostura pienso que durante un ratito he sido partícipe de su mundo.
LA DIFERENCIA
Subí al autobús y me senté a su lado. La saludé, pero ella, distraída, no me respondió. Intenté hablarle, pero no parecía interesada. Sin entender que ella tenía autismo, seguí insistiendo en mantener una conversación. Siendo yo una persona reacia al compromiso, me vi atrapado en su mirada. Le fui contando sobre mi vida; aunque la comunicación oral no era muy fluida, el lenguaje corporal era suficiente para transmitir mis sentimientos. Cuando llegamos a su parada, me dio un abrazo y, en contra de lo que había aprendido en matemáticas, comprendí que la diferencia suma.
El niño y el bombero
Miro al techo implorando un bombero con dos troncos por brazos, esas venas si aguantan. Entra una madre con su niño, dice que tiene autismo, y me pone en un compromiso suplicando que le acierte a la primera. El pequeño llora. Tengo una idea. Esbozo un elefante, el chico calla. La pizarra guía nuestra comunicación. No se mueve mientras anudo la ligadura y le perfilo un alegre mosquito. Su sangre ya baña los tubos. La madre me da un abrazo, qué diferencia con la última vez, susurra.
El siguiente se remanga, yo sonrío mirando su casco.
Terapia de amor.
Autismo: Sustantivo, adjetivo, etiqueta… Desde mi posición privilegiada, aquí, sobre el armario, hice el compromiso personal de no pensar en ello.
Con este único ojo (el otro fue arrancado por un enorme beso), he aprendido qué es amar, la comunicación especial entre dos seres.
También perdí una pierna por un enorme abrazo. Pero valió la pena. Shhhhhh… ¡silencio!
Ahí llega otro niño. Me mira con atención. Todavía no entiendo por qué, entre tantos juguetes, siempre soy su preferido, viejo osito de trapo. Viene a cogerme. No hay diferencia entre este niño y los demás. Todos me aman sin juzgar.
Cerca de la orilla
Ese verano nos dedicamos a lanzar piedritas en el lago, y a contemplar las ondas aproximándose hacia mí.
Dicho acto era una alegoría de la frágil sensación de armonía en el autismo. Eso decía, pero nunca lo
entendí. Su compromiso con mis rutinas de contemplación era riguroso, aunque enternecedor; como aquel
gesto que creó una pausa distinta. Era así la comunicación entre nosotros, como la brisa que me tocaba
lento y se marchaba después. Esperábamos sentados en la orilla, cuando me dio un abrazo espontáneo.
La diferencia del calor de nuestros cuerpos contrastaba sutilmente con el aire fresco esa mañana.
TESÓN
Veíamos algo extraño en su comportamiento, algo que las fotos y los documentos que nos habían enviado no mostraban. Nos negaron que fuera AUTISMO. No preguntamos porque quisiéramos romper el COMPROMISO, sino por obtener toda la información posible. Llevábamos mucho tiempo queriendo ser padres, no nos iba a detener una ocultación de diagnóstico. Sabíamos que sería difícil la COMUNICACIÓN, pero era el niño que habíamos decidido adoptar. Buscamos la orientación de los profesionales. No íbamos a renunciar a un ABRAZO. Transformamos el cariño en juegos que acortaron distancias incluso entre nosotros, y eso marcó la DIFERENCIA.
Hoy somos felices juntos.
LA VISITA
El autismo entró a casa con los pañales y el cordón umbilical. ¡Menudo compromiso nos había caído! No fue fácil lidiar para despertar la comunicación visual y arrancar al niño las primeras palabras, que no se atrevían a salir de su garganta. Nos costó enseñarle que un abrazo no dolía. Acostumbrarnos a sus rutinas, la forma de ordenar los cubiertos, los lápices y hasta nuestras vidas. Disfrutar con la diferencia, porque el niño nos obligó a mirar la vida sin maldad. Las pocas veces que se emociona, sabemos que nuestro esfuerzo ha valido la pena.
¿QUIERES SUMAR TU FIRMA?
Si, lo firmaré para apoyar a los niños y niñas con Autismo, en la lucha que llevan sus familias para lograr un compromiso firme del Gobierno y tengan una Educación Especial, donde el desarrollo y comunicación que necesitan se haga efectiva. Mi firma será un abrazo solidario que valga para anular la diferencia que existe con estas personas.
Desconexión
Saboreaba un helado en el centro comercial mientras la gente paseaba mirando sus teléfonos ¿Quién tiene autismo?, me pregunté, yo tengo un diagnóstico, ¿y ellos?
Frente a esas masas autómatas, miré agradecido a mis padres por su compromiso por incluirme en este mundo de ausentes dependientes de las redes sociales como único canal de comunicación. Esas personas aisladas y sin empatía, pensé, ¿cuándo se tocan? Porque en mi caso, rechazo un abrazo, por mi condición, ¿cuál es la de ellos?
Es el cambio de cultura, dicen, aunque ese cambio no me incluya, porque los autómatas no aceptan la diferencia.
Prisma
Cuando abrió el sobre, un sonido sordo azotó su cabeza. Estaba ahí, con todas sus letras: autismo.
Entonces, lo observó con un prisma nuevo: por fin calzaron tantos fragmentos de una crianza desafiante.
El compromiso que ella tendría ahora con esa nueva voz que emergía, iba a ser acérrimo y feroz.
En su interior, ella sabía que el mundo no estaría preparado para recibirlo. Sus ojos se nublaron. Abrió sus brazos y en ese abrazo, curó sus miedos rotundos. Esa diferencia que intuyó desde que él nació, era el preludio de esa identidad única que tanto amaba en él.
Marcia, tu relato no cumple con las reglas de las cinco palabras, así no puede concursar.
Puedes consultarlas en el sitio Relatos Cinco Palabras – Concurso Microrrelatos.
«Ser» diferente
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Tras dos hijos biológicos, la familia decidió acoger a Fernando, de cuatro años. Al descubrir su autismo, el compromiso de mantenerse unidos creció. La comunicación se fortaleció con cada desafío, y los problemas se resolvían con un abrazo; a veces suave, a veces firme, o incluso ausente. Fernando hizo suyo este gesto, comprendiendo que en su hogar el cariño y el apoyo incondicional eran el verdadero lenguaje. Hoy, la familia se siente bienaventurada por haber descubierto la vitalidad existencial a través de la diferencia, comprendiendo de forma esencial que el amor se forja en lo inusual e inesperado.
CUERPO EXTRAÑO
La vida latía al ritmo del tic tac del reloj. Como cada día, la sala estaba llena de personajes singulares. La niña con autismo, el hombre cactus, el adolescente cabizbajo. Ella también estaba allí, la mujer ciborg, con su pierna tullida y sus ojos tristes. Había asumido el compromiso de ir a rehabilitación a diario. El horror y la belleza confluían en ese espacio de luces fluorescentes y comunicación silenciosa.
Todo cambió con el abrazo. La niña no lo sabía, pero aquel tímido gesto marcó la diferencia para la mujer. Sonrió, aliviada. Su cuerpo volvía a ser humano.
Prisma
Cuando abrió el sobre, un sonido sordo azotó su cabeza. Estaba ahí, con todas sus letras: autismo. Entonces, lo observó con un prisma nuevo: por fin calzaron tantos fragmentos de una crianza desafiante. El compromiso que ella tendría ahora con esa nueva voz que emergía, iba a ser acérrimo y feroz. Tal vez, la comunicación entre ellos sería diferente. Como madre, intuía que el mundo no estaría preparado para recibirlo. Entonces abrió sus brazos y en ese abrazo, curó sus miedos rotundos. Esa diferencia que palpó desde que él nació, era el preludio de una identidad que amaría profundamente.
El Jardín
En un colorido jardín, vivía una flor llamada Autismo. Era única en sus pétalos y aroma, pero las otras flores la miraban con curiosidad pues no entendían su forma de ser.
Un día, el viento, llamado Compromiso y la flor Comunicación decidieron que era hora de unir a todas las flores, por lo que preguntaron a Autismo. «¿Cómo podemos entenderte mejor?», y sonriendo comenzó a compartir sus pensamientos en un lenguaje lleno de colores y formas.
Las demás flores comenzaron a escuchar, brindándole un gran abrazo, comprendiendo que la verdadera belleza reside en aceptar y valorar cualquier diferencia.
Sonata.
Después de toda la noche esperándolo, llegaba su momento. Nadie la miraba como Luis, su pequeño niño con autismo. Sonaban los dulces acordes de Claro de luna y el mundo se detenía. Ella giraba y giraba brindándole su graciosa danza. Lo suyo era compromiso auténtico, le dedicaba todo su presente. Mientras estaban juntos, su comunicación era total, ambos eran uno en un abrazo eterno. Era, con diferencia, su mejor espectador.
Mamá llegaba a la hora de la cena y la volvía a encerrar en la pequeña caja de música y ella esperaba su cita con Luis, impaciente, hasta mañana.
EL LARGO ADIÓS
No para de gritarme y realizar aspavientos. Y llora. “¡Maldito autismo!” dice una y otra vez. “¿Acaso sientes algo?”, lamenta.
Parece no entender que el dolor es un compromiso, por lo que yo elijo la nada. La nada me cubre como un velo y, entre bambalinas, me abandono al soliloquio; ahora que mamá no está es mi única forma de comunicación. Añoro el decir del abrazo de mamá. El decir distinto del cuidado.
La nada me cubre como un velo y, entre bambalinas, descubro el teatro del dolor; la mirada del otro, partir la diferencia en el lugar del adiós.
Apariencia de mar
Su irrupción me desquició, mientras, su familia combatiendo voraces paparazzi. Conociendo su autismo, un compromiso: no vocear, y se quebró ¿al minuto?; fluida comunicación donde las hubiera. Al día siguiente, ante esa irrefrenable locutora, me planté: precisaba que me recitara; ¡toma abrazo! A diferencia de mí, cuánta impulsividad. Ya solo, quise inspirarme en sus ojitos, pero como les venían grandes a mis versos, mis sábados de yate decidieron fundirse en ellos. Sé que me visitará. Desahuciado, auguro que se maravillará al descubrirle los abismos, en sueños; que nunca aparentara si no fuera para emparentarse contigo, le inculcó un náufrago más.
VOLUNTARIO
Autismo. Leo en voz alta. A-U-T-I-S-M-O. Deletreo. He adquirido el compromiso de venir dos veces por semana, para ayudarle en su comunicación, aunque en realidad no sé si lo necesita, sé que es perfectamente capaz de comunicarse, aunque el habla, y la lectura, no sean su fuerte. Tiene otros métodos. Tal vez seamos nosotros quienes tenemos que aprender su modo. En realidad vengo por mí mismo. En los extraños dias en que, antes de irme, y, lo sé, venciendo mil obstáculos, me da un abrazo, ¡oh Dios! Ese pequeño gesto, marca toda la diferencia.
REFLEJOS
No era autismo, sino un retraimiento que la oprimía al pensar que su luz era prestada y que iluminaba sin calentar. Incapaz de establecer un compromiso, un día, sin embargo, forjó un tipo de comunicación única. Surgió cuando el Lago le dio un abrazo, mostrando así a la Luna la gran diferencia que suponía para él poder portar el brillo de su destello. La Luna comprendió entonces que la luz no es de nadie, sino que todos somos reflejos mostrando lo que recibimos.
INTERFERENCIAS
– Alex, estás ahí?
– Sí.
Era nuestro ritual para traerlo de vuelta cuando el autismo lo retenía en su mundo interior. Tenía el compromiso de acompañarlo en su formación. Sintonizábamos bien, pero un diablo cojuelo se había colado en el gesto, el tono o el momento, quebrando la comunicación.
Tiempo de espera, silencio. No aceptaría un abrazo. Desde entonces comunicamos por encima de la muralla. Intento acceder a su fortaleza, recopilando historias magnéticas que alientan su fascinación por la Historia. Mientras él navega por ellas hechizado, yo aguardo que el trasgo maléfico deje de travesear permitiéndonos partir la diferencia.
¡Eureka!
Revuelvo y revuelvo en la bolsa de las palabras.
—A ver… ¿Qué me encontraré hoy?
No sin sorpresa, prendida de uno de mis dedos, sale la palabra autismo. La deposito con suavidad sobre el papel, justo al lado de la palabra compromiso, que acogedora y tratando de establecer comunicación, corre a darle un abrazo de bienvenida, pero ella le rehúye, no la deja ni acercarse. Me mira sorprendida.
—No te preocupes, debe ser que, a diferencia de vosotras, ella no se quiere conjugar.
—¡Ya está! Ha venido a ser el título de nuestro relato, no hay más que pensar.
El astronauta
Simón, con su disfraz de astronauta, navegaba en su propio universo lleno de aventuras inimaginables, sumergido en el mundo de su autismo. Valentina lo observaba con extrañeza, pues para ella, él vivía en un universo paralelo inexplorado. Un día, Valentina, atrapada en la fantasía de sus muñecas, olvidó su compromiso de cuidarlo y dejó que Simón saliera por la puerta. Desesperada, lo buscó por cada rincón. Finalmente lo encontró feliz en un carrito de helados. En ese instante lo comprendió, creando así un nuevo tipo de comunicación. Fundidos en un abrazo, dejaron de sentir la diferencia entre sus mundos.
ENCONTRARNOS CADA DÍA
Cada día el autismo atrapa a mi hijo en un bucle cerrado. Esta mañana se rompió su sillón e igualmente quiso sentarse, torcido, honrando su compromiso con la costumbre, a expensas de la comodidad. Llevaba un rato repiqueteando los dedos en el reposabrazos, ignorando mis esfuerzos de comunicación para rescatarlo, cuando decidí callarme y acoplar mis dedos con los suyos, al compás, marcando un baile libre y destartalado, sin patrón ni pretensión. Óscar me miró, me miró con la intensidad de un abrazo.
Tardó una hora más en levantarse, pero su complicidad fugaz marcó, un día más, la diferencia.
El mejor
Autismo, fue el diagnóstico del pediatra. El mundo se me vino abajo. No sabía nada sobre aquello. Pero mi compromiso contigo iba mucho más allá de tus evidentes dificultades de comunicación.
Eras un niño al que costaba sacar de su mundo. Pero un solo abrazo tuyo, esos que reservabas para ocasiones muy contadas, hacía la diferencia.
Aprendí a escuchar tus silencios, aprendiste a abrazar los míos. Juntos, hemos conformado un equipo imbatible.
Hoy te acompaño orgullosa a tu graduación, y recuerdo aquel diagnóstico lejano. Y sonrío en secreto. No tengo un hijo autista. Tengo un hijo. El mejor.
El equilibrio de la diferencia
Autismo se asomó al vacío de llorar deseos. Quería dejar de ser una burbuja y convertirse en pompa de jabón.
El compromiso adquirido fue volver a la hora cenicienta.
Entró al salón siguiendo la música, flotando sobre cabezas adornadas y conversaciones sin perfume. La brisa lo arrastró al jardín.
Los vió sentados en la hierba. El baile silencioso de sus manos era una coreografía de señas que los mantenía en comunicación. Autismo quedó atrapado en aquella danza donde las palabras de amor retumbaban sin diferencia. Se fundió con los abrazos y aquella noche, no volvió.
El diagnóstico
-Su hijo tiene autismo.
-Pero, ¿qué me está diciendo?
Después de unos segundos de desconcierto al escuchar esas palabras, se puso en marcha un nuevo compromiso con la vida, con la mía y con la de mi hijo.
La comunicación entre nosotros mejorará, le dije, ahora le ha puesto nombre, sabemos lo que es.
Le di un fuerte abrazo a la doctora con los ojos anegados de lágrimas. Salimos a la calle sin darnos cuenta de la diferencia que se había producido en nuestra manera de mirar el mundo y el futuro.
La forma en que me miras
Mis amigos siempre me preguntaban como podía trabajar en un centro de autismo. “Angelitos, yo no podría verlos sufrir”. Sin embargo, lo que ellos no ven es el compromiso de tantas familias que, a pesar de sus circunstancias, se dejan la piel para que sus hijos no falten ni un día. La esperanza con la que confían, día tras día, poder mejorar su comunicación con ellos. Esa sonrisa que nace en sus caras cuando sus hijos les sorprende con un tierno abrazo. La realidad, es que la diferencia solo está en la mirada.
El titulo no es el correcto no es ‘La forma en que me miras’, el título es ‘La mirada’
Gracias
ESTUDIANTE NUEVO
— Tenga mucha paciencia con el alumno nuevo. Le diagnosticaron autismo.
— ¿Cómo voy a hacer? No estoy preparado para lidiar con esos trastornos.
Lautaro era un estudiante con mucho compromiso. Siempre cumplía con las tareas.
Cierto que la comunicación con él debía ser precisa. No comprendía las metáforas y de los chistes. Pero eso lo compensaba con su disposición a ayudar.
Cuando un compañero no entendía el siempre estaba al lado para apoyarlo.
Supe que estaba integrado al grupo el día Manuel lo recibió con un abrazo.
La solidaridad hizo la diferencia.
Camino
¿Autismo? – replicó sorprendido al pediatra Jesús (su padre) -. María (su madre) guardó silencio. Mientras tanto, él (José) reía agitado, apretando absorto y con fuerza al dragón entre sus manos, como si fuese su único interés, su único compromiso.
El pequeño giraba las patas de su compañero una y otra vez. Sostenían en ello una comunicación donde nadie más parecía tener espacio.
Allí estaban, ¡de nuevo!, buscando respuestas. Unidos como siempre en un solo abrazo. Sabiendo que – en el amor – esta «novedad» no hará la diferencia.
El abrazo
Elena pensaba que el autismo era una barrera para su hijo.
Todo cambió cuando apareció Julia, la profesora de primaria que derribó ese muro invisible e imaginario construyendo un compromiso común para comprender y respetar los silencios, las miradas perdidas y el mundo interior lleno de colores de Alberto. En clase había una comunicación amable y llena de cariño. Aprendieron sus gestos y comprendían sus miradas.
Nadie podía creer el abrazo tan auténtico y puro a la diferencia que ese grupo de niñas y niños había creado en tan poco tiempo.
Un abrazo que hacía que nadie se sintiera diferente.
COMPRENSIÓN
– Mamá, a Tono se le ha diagnosticado autismo.
Silencio.
– Nuestro compromiso será facilitarle la comunicación. Hay que esforzarse en esto y criarlo como a cualquier otro niño.
Silencio.
La abuela se acercó a su nieto y le dio un beso, y un abrazo. Comprendía su diferencia y ya la quería tanto como a él.
AGUA
Las calles se iluminaron de azul como muestra de apoyo hacia las personas con autismo: teatros, ayuntamientos, grandes monumentos coloreados de azul por toda la ciudad, cumpliendo con el compromiso.
Marco quedó asombrado. Se paró frente a la gran fuente de la plaza y, a pesar de su falta de comunicación verbal, sus compañeros comprendieron lo que pasaba: a Marco no le gustaban los cambios.
Mario, el mejor amigo de Marco, le sacó de su asombro cubriéndole en un cálido abrazo. «Hoy la fuente no es blanca» –dijo–. «Pero no hay diferencia: blanca o azul, sigue siendo agua».
Jorge.
Abrió la puerta:
– Hola soy Jorge y tengo autismo!, esperaba que esta declaración fuera un compromiso que ayudará a la comunicación con sus compañeros.
Pero ese día nadie prestó atención a su saludo, se sintió nuevamente solo e indefenso en la oficina y recordó cuántas veces no conseguía entender nada. De repente se apagaron las luces, se abrió la puerta y percibió el sonido de las voces que le cantaban con la singular luz de las velas de la tarta, cada uno le dio un abrazo y la felicitación, entonces comprendió que no hay diferencia , tan solo afecto.
» HINCLUSIÓN»
Promueven inclusión en letreros y pancartas, quieren convencer que es una bendición de aquellos con » Capacidades especiales» .
Mi hijo tiene autismo ( discapacidad) le ausculto inseguridades, pese a mi compromiso de amarlo siempre , quedo estupefacto ante la vanalidad social.
Por un segundo glorioso surge nuestra comunicación , ante preguntas cotidianas, responde : » Lo voy a pensar, después te digo», me sumerjo en esta realidad, sobreviene él: «Ya lo pensé, ahora te digo» , lo escucho, lo abrazo !
Tengo un cartel en mi mente : » Hinclusión » , si , con » H» , cuál es la diferencia?; es muda como mi impotencia !
Una breve y gran entrevista
Los periodistas esperaban verla sola en la gala, pero la cantante apareció de la mano de su hijo pequeño. Walter Phillips, un entrevistador muy reconocido, se le acercó a la artista y le preguntó: “¿Este es su hijo con autismo?” Ella respondió: “Pregúntaselo a él.” El periodista puso el micrófono frente al muchacho, quien dijo: “Me llamo Emanuel, soy autista y, hace dos años, asumí el compromiso de interactuar con los medios de comunicación.” Walter, sorprendido, le pidió un abrazo, y el chico se lo dio diciéndole: “Aprendí que se pueden aprovechar las entrevistas para sensibilizar y marcar la diferencia.”
SENSIBILIDADES
Siempre me decías cuando me creías ausente que estaba en modo autismo. Se te olvidaba que lo nuestro nació de un compromiso único.
¿Y la comunicación? me gritabas enojado, con gestos en tu rostro que no podía descifrar. Tú lo has tenido más fácil, nunca, pese a todo, he falseado mis sentimientos. Sin mediar palabra, cumpliendo con mi parte, fijaba mi mirada en tus ojos, te daba un abrazo y volvías, una vez más, a calmarte.
¿Ves cariño, la diferencia entre tú y alguien como yo, un simple robot?
MIRADAS ESCONDIDAS
Tengo autismo, y a veces es difícil entenderme. Detrás de mis silencios y gestos, hay un compromiso inmenso de enfrentar cada día, incluso cuando el ruido me abruma o las cosas no salen bien. Para mí la comunicación son más que palabras; es una mirada, un roce, una pausa que grita lo que mi voz no siempre puede decir. Un abrazo me desborda, otras veces lo anhelo sin poder pedirlo. Diferente, sí, pero en esa diferencia está mi verdad. Tú, que estás leyendo esto, observa más allá, porque en mis gestos inusuales hay un universo esperando ser comprendido.
El equilibrio de lo diferente
Autismo se asomó al vacío de llorar deseos. Quería dejar de ser una burbuja y convertirse en pompa de jabón.
El compromiso adquirido fue volver a la hora cenicienta.
Entró al salón siguiendo la música, flotando sobre conversaciones sin perfume. La brisa lo arrastró al jardín.
Los vió sentados en la hierba. El baile silencioso de sus manos era una coreografía de señas que los mantenía en comunicación. Autismo quedó atrapado en aquella danza. Se fundió en el abrazo donde las palabras de amor retumbaban sin diferencia. Aquella noche, no volvió.
Parece que va mejor
Autismo: trastorno del neurodesarrollo que afecta la forma en que una persona se comunica y relaciona con el mundo que lo rodea.
Cuando salimos de la consulta del doctor, Emilio y yo, asumimos el compromiso de trabajar nuestra comunicación todo lo que hiciera falta.
A fin de cuentas, tal vez, nunca se sabe, la raíz de la enfermedad de nuestro hijo, radicaba en la relación que proyectábamos nosotros, sus padres.
Nos dimos un fuerte abrazo, eterno. Han pasado dos años, y hemos notado la diferencia. ¿Nuestro hijo? Parece que va mejor.
LOS ANTAGONISTAS DE SÓRKURA Y EL INTENTO INFINITO…
Con su paranoia Sórkura finge autismo, exclusivamente, cuando escucha súplicas de sus víctimas. Entonces, simula encontrarse en otra dimensión.
Sus Sórburus tienen el compromiso explícito de conquistar, destruir y robar lo que fuese: personas, animales, objetos con o sin valor. Lo importante es causar, pánico y dolor…
La comunicación con su horda demoníaca se basa en el terror; pavor que aplican indiscriminadamente sobre la población…
Los mártires se despiden entre sí, con un último abrazo, sin atender sus amenazas, sin alienarse, sin obedecerles…
Edifican la diferencia permaneciendo con el alma y el espíritu limpios…
¡Continuarán inmolándose, hasta recobrar la libertad!
–¿Ayudarme, a mi? –refunfuñé desazonadamente, escudriñando a aquel harapiento personajillo con rechazo–. Padece de autismo maestro, me retrasará.
–Criticáis sin entender, joven aprendiz –respondió tiernamente posando una férrea mirada en mis pupilas–. Los dioses se vieron en el compromiso de ocultar el conocimiento de la creación en sus mentes privilegiadas. Desgraciadamente… –un aura ascética envolvió su mano al posarla sobre la testa del asustadizo adolescente– hubieron de sacrificar su poder de comunicación.
–Un legado un tanto incomprensible –repliqué.
–Las mentes obtusas son incapaces de vislumbrar que todo su caos lo apaciguaría un simple abrazo.
En ese instante entendí la diferencia.
Como creo que ya sabéis todos, los relatos se han de publicar con su título, según las bases.
la magia era el titulo, supongo que al no haberlo puesto ya no entrará en el concurso. una lastima. siento el error de principiante.
Noe
Virus
Pasó un siglo para que descubrieran que el autismo se debía a un virus asintomático. Fue el compromiso de la Dra. Cárdenas, y aún más su pensamiento innovador la que la guió, para dar con la clave. El virus provoca la inhibición de una enzima cerebral, la Expasa, que impide la comunicación entre el interior de nosotros mismos, y el exterior. A partir de esto, desarrollaron la cura. Cuando Camila recibió la dosis tardó unas pocas horas en reconocer a su madre, la Dra. Cárdenas. Cuando se unieron en un abrazo fuerte, se derrumbó por siempre la diferencia.
LA NATURALEZA NO ADMITE DEVOLUCIONES
Eran felices. Organizaron su vida desde el primer día que se amaron. Lo lograron todo.
No querían dejar descendencia, por las circunstancias del mundo. Cuando quedaron solos a los cuarenta, cambiaron de opinión. Al nacer su hijo lo disfrutaron cada minuto… ¡les cambió la vida!
Con tres años, Nushi no emitía palabras… El autismo les cayó como sentencia irrevocable. No podían devolverlo así que…, reinventaron su compromiso aceptando el destino impuesto.
La comunicación silenciosa de Nushi, irónicamente, los condujo al abrazo que los multiplicó infinitamente. Hizo la diferencia, amarlo cotidianamente tal cómo es: ¡único! Sin falsas promesas ni futuro quimérico…
MARXSHINGTON-10
Marxshintong-10 aprovechó su algoritmo de aprendizaje, para profundizar el estudio de “Las Utopías Humanas”.
Al contrario de otros modelos, ni se acercaba, ni interactuaba con personas, sino más bien optó por aislarse…
Su comportamiento revelaba un signo de autismo. Técnicamente absurdo.
Asumió su compromiso de Inteligencia Artificial, analizando la razón y los mecanismos que procuran la comunicación humana. Lograr ese objetivo, en sí mismo fue distópico, ya que, en sus datos, todas las utopías terminaron en fracasos…
Su conclusión no admitía el abrazo algorítmico entre utopía y distopía, pues no resultaba mesurable…
Al no entender la diferencia, optó por desactivarse.
EL AUTISMO LO VIVIMOS JUNTOS
No es el autismo que adolece Juliancito, lo que cohesiona a la familia. Más bien es el compromiso
tácito de todos, alrededor de sus necesidades. Esperamos que sobreviva solo este mundo tan
endurecido, cuando nosotros nos marchemos. Aprendimos que la mente, aislada del entorno,
puede maximizar sus capacidades; aunque sea en un solo sentido. Su mermada comunicación es el
mayor problema, especialmente cuando intentamos involucrarlo en cualquier dinámicas interactiva, pero…, cuando surge un abrazo espontaneo en situaciones inesperadas, sabemos que la diferencia está en querernos tal cual somos, sin crear expectativas, tan solo amándolo.
EL AUTISMO LO VIVIMOS JUNTOS
No es el autismo que adolece Juliancito, lo que cohesiona a la familia. Más bien es el compromiso
tácito de todos, alrededor de sus necesidades. Esperamos que sobreviva solo este mundo tan
endurecido, cuando nosotros nos marchemos. Aprendimos que la mente, aislada del entorno,
puede maximizar sus capacidades; aunque sea en un solo sentido. Su mermada comunicación es el
mayor problema, especialmente cuando intentamos involucrarlo en cualquier dinámica interactiva, pero…, cuando surge un abrazo espontaneo en situaciones inesperadas, sabemos que la diferencia está en querernos tal cual somos, sin crear expectativas, tan solo amándolo.
En la segunda versión, de las 23:58 se corrigió la palabra dinámicas, la correcta es «dinámica»
LA GATA AUTISTA
Miau no jugaba con sus hermanitos, siempre estaba a un lado del grupo. No desarrolló ni habilidades ni destrezas felinas tales como…, cazar, ronronear o maullar.
Sin embargo, el instinto le transmitió habilidades básicas como comer y asearse.
¡Era una gata con autismo!
Su madre humana advirtió esa condición y asumió el compromiso de cuidarla.
Encontró una forma extraordinaria de comunicación efectiva. A veces Miau se endemoniaba (sobre todo cuando intentaba acariciarla).Miau, de vez en vez, le regalaba un abrazo en forma de manotazo (sin sacar las uñas). Nunca supe cuál de las dos hizo la diferencia, pero eran felices.
SU HIJO ES AUTISTA….
El significado de las palabras varían según tu relación con ellas. Así me pasó con la palabra autismo. Solo eran noticias en un periódico hasta que un médico me dijo: “Su hijo es autista”. Todo cambió. Deje el trabajo y mi mayor compromiso era el futuro del niño y su inclusión en la sociedad.
Poco a poco mejoró su comunicación con los demás niños, saludándolos con un fuerte abrazo y hablando con ellos. Primero palabras sueltas y después pequeñas frases.
Entre ellos, no se veía ninguna diferencia. Todo eran risas y juegos.
Ahora, Yago es adulto y autosuficiente.
SI EL UNIVERSO FUESE AUTISTA…
-Si el mundo padeciera de autismo, las guerras no tendrían lugar en la vida humana. El compromiso político dejaría de existir, igual que el económico y cualquier otro pacto socio-estructural, que divida a la humanidad en clases, países, gobernantes, gobernados, esclavos, esclavistas, etc. Existiría, eso sí, otra forma de comunicación no exenta de discrepancias, pero más lógica y asertiva. Tampoco existiría el abrazo tal como lo conocemos; ese sería el precio a pagar para vivir haciendo la diferencia de vivir en paz.
– Espera un poco, con el bombardeo virtual de las comunicaciones tecnológicas, ya casi llegamos allí. ¡Seremos autistas!
VALIENTE SÓLO POR AMOR
Autismo es una palabra contundente como el fuego, pesada como condena, dolorosa como la muerte.
Asimilarla, cargarla, o simplemente Intentar comprenderla, es un compromiso colosal, laborioso, extenuante y una forma de vida que modifica todo. Significa amalgamar estoicismo con amargura resiliencia con paciencia, soledad con solidaridad…, se trata de intentar comunicación con otros mundos, con estrellas, con inframundos, con abismos existenciales y con cumbres inalcanzables… Es lucha cotidiana, encarnecida colisión de universos, internos y externos, personales y colectivos.
Si lo logras, y si alcanzas llegar al abrazo, aunque sea inusual…, entiendes que sólo el auténtico, desinteresado amor, hace la diferencia…
VIVIR EN VIGILIA
Un escritor como yo, se exilia en su autismo. Solo. Sin compromiso con nadie. Ausente de comunicación con el exterior. Encerrado en la jaula de su imaginación. Aunque al final siempre grita:
— ¡Dame tu abrazo!
Es la única diferencia entre mis sueños y la realidad.
MIS GEMELAS
Al mirar hacia atrás, puedo afirmar con firmeza que mi mayor logro en la vida han sido mis gemelas. Tengo las niñas más bonitas del mundo. Esperanza y Pasión son la personificación de la alegría; ríen todo el día, reflejando la pureza de su corazón tan blanco. Aún no han vivido lo suficiente como para verse afectadas por el desencanto. ¡Qué hermosos son los quince años!