Las Cinco Palabras del mes de Octubre de TOMÁS RONCERO son ...
- ESPERANZA
- PASIÓN
- ALEGRÍA
- BLANCO
- QUINCE
TOMÁS RONCERO
Escribe tu relato solidario siguiendo las siguientes normas:
1. Extensión máxima 100 palabras.
2. No se cambiará la posición de las palabras.
3. No se modificará el género ni el número de las palabras proporcionadas.
* Se eliminarán los relatos que no cumplan las normas.
NOTA: Nos reservamos el derecho de la publicación de los relatos. Se eliminarán relatos ofensivos o insultantes hacia cualquier país, pueblo, animal o personal que puedan herir la sensibilidad del lector.
1. Incluir las cinco palabras publicadas semanalmente a través de la web – manteniendo el orden en que se han ofrecido – sin modificar género ni número
2. Extensión máxima: 100 palabras
3. Idioma: español
Este juego literario ha sido una herramienta para dar difusión, no solo a los propios escritores y sus relatos, sino también a las causas mensuales con las que la Asociación ha estado colaborando. En marzo de 2023 la Asociación Cinco Palabras se transforma en la Fundación Five Words, que pretende dar continuidad a la labor realizada por la Asociación en sus 10 años de vida, manteniendo su Misión de “Hacer un mundo más digno a través del Arte”. En coherencia con este objetivo, la Fundación Five Words (en adelante, la Fundación) pone en marcha este concurso de microrrelatos, para fomentar la escritura y promocionar a los escritores que, a su vez, con sus relatos, ayudarán a la difusión de las causas solidarias mensuales de la Fundación. El Concurso mantendrá las reglas del juego literario antes detalladas y constará de dos fases: mensual y final. La primera edición de este Concurso dará comienzo el día 1 de abril de 2023 y finalizará a las 23.59 horas del 29 de febrero de 2024 (hora peninsular española). El premio está dotado con 5000 euros, distribuidos de la siguiente forma:
ESPERANZA
Esperanza se sentó a su lado y le sonrió. Él empezó a pronunciar palabras sin sentido, pero estaba contento de poder conversar con alguien y, mientras hablaba, en sus ojos se reavivaron la pasión y la alegría de sus años juveniles.
Un hombre con una bata de color blanco se le acercó. «Tiene que tomar su pastilla» le dijo, dándosela junto con un vaso de agua. Él se la tragó enseguida, luego volvió a mirar a la mujer.
«Sabe que usted se parece a mi hija de quince años?» le dijo.
«Sí, papá, lo sé» le contestó, acariciándole la cara.
ESPERANZA
Esperanza se sentó a su lado y le sonrió. Él empezó a pronunciar palabras sin sentido, pero estaba contento de poder conversar con alguien y, mientras hablaba, en sus ojos se reavivaron la pasión y la alegría de sus años juveniles.
Un hombre con una bata de color blanco se le acercó. «Tiene que tomar su pastilla» le dijo, dándosela junto con un vaso de agua. Él se la tragó enseguida, luego volvió a mirar a la mujer.
«¿Sabe que usted se parece a mi hija de quince años?» le dijo.
«Sí, papá, lo sé» le contestó, acariciándole la cara.
(No había escrito el punto de interrogación al comienzo de la pregunta).
PERSIGUE TUS SUEÑOS
Mi corazón se llena de esperanza al ver a otros perseguir sus sueños con pasión y alegría, sin dudar de ellos, sabiendo y sintiendo que lo valen. Ellos trazan su destino en un lienzo en blanco, empezando desde cero en muchos casos.
Es inspirador ver cómo en un instante, tal vez en esos quince primeros segundos de claridad, todo cambia: pasado, presente y futuro. Y siento que esa persona puedo ser yo, puedes ser tú, podemos ser ambos.
Persigue tus sueños, como yo persigo los míos. ¡No te rindas!
La tejedora de sueños
En la sala de oncología infantil, la voz de mamá teje mundos imposibles. La niña, adormilada por la medicación, pregunta: «¿Y cómo respiran los enanitos bajo el mar?». La madre responde: «La casa de Blancanieves está en el bosque, ¿recuerdas? Ahora, duerme un poco».
La esperanza brilla bajo los párpados de la pequeña. Con pasión, susurra: «Pues, un día se irán a vivir con la sirenita. Contigo». La alegría sonrosa sus mejillas y hasta el techo blanco. «Cuando cumpla quince años, seré una gran cuentista», promete, mientras sus dedos temblorosos trazan letras invisibles en el aire.
Lienzo
La caravana de artistas llegó a un pueblo donde la esperanza yacía marchita, ahogada por la miseria y las enfermedades. Con pasión, transformaron paredes y suelos en un lienzo vibrante, creando colores llenos de ensoñaciones. Cada trazo era un susurro que despertaba almas cansadas. Aunque no podían saciar el hambre ni brotar agua de sus fuentes, la risa de los niños resonaba, trayendo alegría a sus vidas. Cada pincelada de blanco iluminaba el horizonte, recordando que la belleza aún existía. “Nos quedan quince colores para sembrar alegría en los corazones”, proclamó un voluntario, invitando a un nuevo amanecer.
Atleta
Fue el último en lograr la clasificación, pero eso ya no importaba, estaba ahí, en la pista, con la fe intacta y la esperanza de tocar la gloria. El coliseo estaba lleno y la gente desbordaba de pasión. Creía escuchar su nombre en las arengas de los cánticos de los fanáticos y su corazón galopaba hinchado de alegría. Entonces, dan la largada. Al sonido del disparo quedó paralizado y su mente se quedó en blanco. Estaba aterrorizado, no se movió ni un ápice. Muy pronto se enfrentó al olvido y al final, ocupó la posición número quince.
muy bueno
UNA ETERNIDAD
Era la tercera vez que Esperanza se moría en la misma semana y las plañideras ya habían perdido la pasión por el llanto desgarrado. Tampoco había alegría porque para broma, era de muy mal gusto y, si era cierto que había visto la luz de color blanco, más le valía desembuchar. De no haber sido por el médico, la linchan. Que quince minutos de descanso le irían bien. Llevaba una eternidad sin moverse, pero ¡a ver quién era el guapo que comprobaba si se había muerto otra vez!, no fuera cosa que resucitara.
Ella
Casi toda la esperanza que he gastado a lo largo de estos años fue para enamorarme de ella. Hasta que un día me di cuenta de que una mujer que despertaba a cualquier hora mi pasión y mi alegría no podía ser real. Desde entonces he llegado a un acuerdo con las páginas en blanco y bastan quince palabras para volver a encontrarnos en cualquier tiempo y en cualquier escenario.
me encanta
DE PENALTI
A aquel reconocimiento corporal nos entregamos Esperanza y yo con curiosidad infantil, pero con una fijeza y una pasión que tenía poco que ver ya con la inocencia. Tantas prisas y tan pocas precauciones.
La noticia de su embarazo no fue lógicamente una alegría, sino un gran disgusto.
Como estábamos en los sesenta y nuestras familias eran convencionales nos casamos por la iglesia, ella de blanco y yo con un traje que me hacía parecer ridículo. No vinieron a la boda los amigos, pues casándonos a los quince años el templo habría parecido el patio del colegio.
TODO POR SU AMOR
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde así que yo persevero. Además, le prometí que no me afeitaría hasta que sintiera pasión por mí y sigo sin hacerlo. Lo más difícil fue lo de la luna. Subí henchido de alegría para bajársela y ahí la tiene, sobre el mueble blanco del recibidor. Reconozco mi error, no estaba llena como ella quería, pero no es fácil encararse a una escalera interminable y menos cuando los pelos se te enredan en los peldaños.
Algún día valorará mi esfuerzo, aunque tropiece quince veces con esta barba que no tiene fin.
UNA ESPERANZA PASAJERA
Las luces de neón alumbraron una esperanza reticente a asomar. Las manos del viento jugueteaban con su falda y evocaban en mí una pasión escondida que también quise reconocer en un pequeño gesto de alegría en la comisura de sus labios. El vestido blanco se ceñía a un cuerpo que también dejaba entrever aquellas formas de los quince años.
Sí, respondió a mi llamada y, al tiempo que se acerca, la esperanza se va transmutando en la recuperación de una vivencia inacabada, el futuro quedará huérfano de ausencias y el recuerdo no alimentará el dolor.
La Esperanza De Un Sueño
Cada día ESPERANZA se levantaba a las cuatro de la tarde, preparaba café y mirando al cielo elevaba una plegaria para encontrar fuerzas para otra noche llena de PASIÓN y ALEGRÍA fingidas. Pensaba en su hijo que en otro continente y gracias a su sacrificio realizaba sus sueños de ser un profesional, besaba el escapulario BLANCO que su madre le había regalado, y nuevamente se llenaba de razones para continuar con aquella vida que, entre alcohol, antidepresivos, y orgasmos ficticios le iban marchitando el alma. Llevaba QUINCE meses en aquel burdel, pero ella sentía ya que habían pasado quince años.
¿Justicia?
Tenía dudas, pero no por ello dejó que amainara su esperanza. La pasión por vivir de manera digna y libre era el timonel que marcaba el rumbo. No fue alegría, más bien nostalgia y miedo, aquellas emociones experimentadas al dejar su hogar en una huida que exigiría arriesgarlo todo. Tenía un corazón puro, blanco e inmaculado, pero el destino nunca fue magnánimo; hoy tampoco tocaba diferenciar entre viles y bondadosos. De los sesenta que zarparon en aquel precario cayuco, solo quince vieron cómo Mamadou se perdía en las tenebrosas profundidades del mar mientras rezaban pidiendo no caer al agua también.
Me dijeron que aún había esperanza. Que le ponía mucha pasión y alegría en su esfuerzo de rehabilitación. El futuro era un lienzo en blanco. En solo quince días se sabría si el tratamiento había dado resultado.
Lloramos juntas de felicidad cuando nos desvelaron que había desaparecido.
La vida le daba una segunda oportunidad y no iba a desaprovecharla.
Cogió el teléfono y marcó el número.
– Hijo, soy yo, tu madre. Solo decirte que te quiero.
Las bases del concurso son muy claras: hay que publicar y enviar el relato con su título, para concursar.
Título: Paloma
Querida amiga, siento los duros momentos por los que has pasado. Quiero decirte que la ESPERANZA es lo último que se debe perder. Siempre sentiste una gran PASIÓN, tenías ALEGRÍA de vivir y disfrutabas de las cosas sencillas. No debes pasar más noches en BLANCO. Regresa a tus raíces y toma la fuerza de los QUINCE años. Vuelve a ser tú misma. Las pérdidas son parte de la vida, nos enseñan de que materia estamos hechos y a darnos cuenta de todo el amor que sentimos y por el cual sólo podemos estar agradecidos.
Siempre a tu lado.
Te quiero
Para siempre
Su innata esperanza se transformó en desaliento, su pasión adolescente en indiferencia primero y en angustia después, su antigua alegría dio paso a la amargura… Un niño de doce años vuelto del revés por ser señalado como el blanco fácil de una panda de chavales malcriados que por jugar a ser dioses hicieron que Marcos se tragase quince pastillas para dejar de ser. Y Marcos lo consiguió. Y el remordimiento aguijoneará a los causantes del desenlace fatal para el resto de sus vidas.
Campo de batalla
La maestra se llamaba Esperanza, un nombre curioso para la escuela hostil donde trabajaba. En cada recreo iba al baño y rezaba una oración en silencio; clamaba al Altísimo por aquello que el sistema no podía atajar. Enmascarada en la pasión por enseñar y la alegría estática de su sonrisa, tomó su delantal blanco, se lo calzó cual armadura medieval, y se enfrentó a los quince enemigos.
ENTREGA
La nave que hace tanto tiempo navega, tranquila aguarda en las aguas serenas, con esperanza, sin prisa, el proximo soplo, la siguiente brisa, sin pasion, ni alegria.
Pero quien la viera cuando el viento llega, cuando con fervor se hinchan orgullosas las velas, se inflaman, se engrandecen en total entrega, enceguece el blanco inmaculado de sus telas nuevas, se llenan de viento, lo devoran, lo atesoran y con él, vuelan. Quince son los que a bordo quedan, quince para atar cabos, soltar velas, todos ellos una sola voluntad que a una misma deidad veneran: la nave que los lleva.
“Muerte de un cineasta”
Ha sido la vocación, no la esperanza la que me ha mantenido vivo. Mi trabajo me ha ayudado a mantener la pasión y la alegría por vivir, conservando una inmensa curiosidad por conocer el final de esta película. El decorado es un túnel a cuyo final se ve un resplandor intensamente blanco. El actor, director y guionista soy yo mismo. Quince años desde que me diagnosticaron esta enfermedad y por fin voy a rodar el desenlace de esta historia. Para esta última toma, estoy completamente solo. Vamos allá. Claqueta: tres, dos uno, ¡acción! Fundido a negro…
Me gusta
ESPERANZA
Tenía claro el nombre que le iba a poner al barco: «ESPERANZA». Un hombre de tierra adentro, de llanuras eternas y montañas, tuvo que cumplir los cincuenta para descubrir su verdadera PASIÓN: navegar. La primera ALEGRÍA la obtuvo cuando lo botaron en el astillero. La botella de cava estalló sobre el BLANCO inmaculado de su casco. Estaba solo. No había música ni fanfarrias. Nunca las necesitó. Colocó la pasarela y por fin pudo subir a aquellos escasos QUINCE metros de eslora en los que pensaba pasar el resto de sus días.
Cargó las provisiones y enfiló la bocana del puerto…
Singrafista, Octubre 2024
REINICIO
Con manos temblorosas, se inyecta la primera dosis de esperanza, acallando las voces que le conminan a abandonarlo. Luego, se ayuda con un trago a ingerir el comprimido de pasión, intentando despertar de nuevo lo que sentía por él. Finalmente, inhala humos de alegría que puedan socavar sus ansias por bucear en el mar de la depresión y acabar con su vida.
Cuanto surten efecto, su mente queda en blanco. En solo quince segundos lo ha olvidado todo, pulsará su botón de reinicio, lo intentará de nuevo con fuerzas renovadas, logrará que esta vez funcione, podrá volver a comenzar.
INSTANTE ESPERADO
Ya pasó aquel momento que siempre le había generado ansiedad.
Tenía la esperanza de que la recibieran sus padres, sus abuelos, y tantos seres queridos que hacía tiempo extrañaba.
El instante no tuvo la pasión que la atormentaba en su imaginación, sino una serena alegría.
La rodeaban personas con los ojos llenos de lágrimas. Pronto estaría vestida de blanco.
Hacía quince minutos que se había detenido su corazón.
ADIÓS
Nos habían adelantado que éste iba a ser el verano más duro de nuestras vidas. Lo que no sabíamos es que iba a ser el último. Viajamos a Valencia con la esperanza de volver aún más fuertes e íbamos a poner toda nuestra pasión y empeño en ello. Pero nuestra inicial alegría pronto empezó a desvanecerse. Nuestro cuadro en blanco sólo iba a ser pintado por sombras oscuras y tenebrosas y las piedras en el camino, cada vez más puntiagudas. Ya casi sin fuerzas, dediqué mis últimas quince horas a decir adiós a los míos. Siento haber perdido la batalla.
Paco
Paco tenía la esperanza de terminar lo planificado para fin de año, sin embargo, pasando los días, la pasión por el trabajo se fue perdiendo; ya no era el mismo. Esa alegría que le caracterizaba se fue borrando; de pronto en el trabajo perdía la concentración y por eso algunas veces era el blanco de los insultos, no dormía bien y siempre llegaba tarde.
La renuncia vino enseguida, nadie sabía por qué, pasaron los días hasta que una mañana; uno de los muchachos trajo el periódico y en la página quince estaba él.
Estaba cansada de escuchar que la esperanza es lo último que se pierde. No hacía más que volcar toda la pasión que le cabía en el alma en hacer lo que más le gustaba: enseñar. Era lo único que la hacía escapar de su propia realidad. El amasijo de alegría y nervios de los primeros días del curso era indescriptible. Al llegar a casa, intentaba poner la mente en blanco, pero era imposible. Quince meses. Ese día hacía quince meses que su hijo había sufrido el accidente. La espera era agónica. Sonó el teléfono, y temblorosa descolgó. Pablo había despertado
Cinco palabras
Me pongo a escribir y, de nuevo, me sorprendo gratamente.
Afortunados los seres humanos que disfrutamos de la palabra, de las palabras. Es cierto que las hay vacías, inertes, soeces, desvergonzadas y hasta tiranas. Pero muchas otras están hechas de luz. Tan solo una palabra es suficiente para irradiar felicidad.
Esperanza, pasión, alegría, blanco, quince. Estas no son solo palabras. Por el modo que llegan y desde donde se presentan son especiales. Podrían ser sinónimo de solidaridad, calor, empatía, respeto, amor, ayuda, admiración o muchas otras que transmiten lo que podemos ofrecer a los que lo necesitan.
Lentísimos
Lo vio, entre repollos de esperanza. ¡Y qué pasión lo invadió, qué locura! ¡Y al otro cuando se entrechocaron sus pupilas! Se precipitaron, al reencuentro, a toda velocidad, que era la velocidad de las plumas en un día sin viento. Tres horas después, se enredaron entre babas. Alegría y desconsuelo en un abrazo blanco, que iluminó y abrasó el color: de los cuarenta y nueve que eran, solo quince habían sobrevivido a la cosecha del viernes. Se separaron sin quererlo y supieron que no venían tiempos mejores; pero aletea el empeño por vivir, incluso entre los lentísimos caracoles.
Miro alrededor. Todo es verde. Dicen que su apellido es esperanza. Me pregunto por qué. Esa pasión mía por preguntarme todo.
Miro alrededor. Todo es vegetación. Aves cantando y suspiros volando. Yo lo asocio más a la alegría. La libertad. Verde libertad.
Vuelvo a la realidad. Cojo una hoja de mi libreta. Hay ausencia de color. No hay nada pero queda mucho por escribir. Queda vivir. ¿Por qué no blanco ilusión?
¿Por qué la niña bonita es el quince? Cuando he visto mujeres hermosas disfrutando como niñas de los recuerdos de la vida.
Miro sus hojas. No cabe nada más.
Título: VERDE LIBERTAD. BLANCO ESPERANZA.
Perdí la ESPERANZA de pasar una noche de PASIÓN contigo, el día en que con indisimulada ALEGRÍA saliste de la iglesia vestida de BLANCO del brazo de mi mejor amigo. Y yo que pensaba que solo jugabas con él para darme celos. Ya han pasado QUINCE años, y de mi amigo ni tú ni yo sabemos nada. Él se fue sin despedirse de mi vida y de la tuya. Y yo aquí estoy, tratando de reavivar los rescoldos de ese amor primero. Pero tengo la duda de si lo que ahora quieres es jugar conmigo para conseguir que él vuelva.
Me gusta
TÍTULO: JUEGOS DE SEDUCCIÓN
Diagnóstico
Me encontraba en aquel hermoso lugar, rodeado de árboles de todas las estaciones, scon enderos repletos de flores y esa hierba crecida y fresca que el viento acariciaba al pasar. Este paisaje era como un cuadro lleno de vida que ingresaba a mi habitación y mantenía viva mi esperanza. Tal vez volvería a escribir con mucha pasión, aprovechando la alegría que emanaba de mi ser.
Pero de repente sentía que mi mente estaba confundida. Sólo podía ver el blanco pulcro de aquella hoja, colgada en la pared. Trataba de comprender, de qué manera esas quince letras que giraban en mi cabeza, podían convertirse en un anagrama diferente. ¿Me acompañarían resonando sin descanso hasta el final de mis días?. Con el pasar del tiempo todo tenía sentido y al leerlas todas unidas me regalaban un patético ENLOQUECIMIENTO.
Me daba cuenta que estaba, sin saberlo, en el psiquiátrico en esa sala especial.
Diagnóstico
Me encontraba en aquel hermoso lugar. Este paisaje, un cuadro lleno de vida que ingresaba a mi habitación y mantenía viva mi esperanza. La pasión y la alegría emanaban de mi ser.
Mi mente estaba confundida. Sólo podía ver el blanco pulcro de aquella hoja, colgada en la pared. Trataba de comprender, de qué manera esas quince letras que giraban en mi cabeza, podían convertirse en un anagrama diferente. ¿Me acompañarían resonando sin descanso hasta el final de mis días?. Claro, al leerlas todas unidas me regalaban un patético ENLOQUECIMIENTO.
Estaba en el psiquiátrico en la sala especial.
Porteños
Esperanza era lo único sostenía y motivaba la pasión. Ese deseo era lo que llenaba el pecho al divisar aquella visión extrema, un punto verde en la pampa seca. Un rectángulo vivo que les calmaba la sed con alegría de agua clara, cuando temprano llegaban en tren al pueblo. Marchaban como una armada Brancaleónica, en busca de su oásis y con orgullo llevaban sus colores: azul, celeste y blanco. Los contrarios veían un grupo de andrajosos saliendo del vestuario, que entraban a jugar desteñidos y sucios. El veía su equipo de valientes, el XV del Club Porteño.
SUPERVIVENCIA
La esperanza los sostenía. La caza era la pasión que movía al clan. Cuando la presa era grande la alegría invadía a todos. No solamente era comida apreciada, los más pequeños disfrutarían la narración de su captura alrededor del fuego. Para eso el grupo cazador se habían ausentado unos días. Esos relatos influyen mucho en los nuevos futuros cazadores. Serán inolvidables para ellos. Cuando todo se volvía blanco otra vez, la nieve y el frío implacable, apenas quedaban unos quince.
Aún recuerdo
—Mira, hijo.
Mi madre sostenía un trocito de esperanza en la palma de la mano. Lo miraba con una pasión con la que solo la había visto mirar a mi padre, sonreía.
Desde que papá se fuera al frente del Ebro para no volver, la alegría en nuestra casa brillaba por su ausencia. La gallina que mamá había conseguido comprar con lo que ganaba cosiendo había puesto su primer huevo. Estaba ahí, blanco y brillante, aferrándonos a la vida como una promesa de futuro.
Yo tenía quince años, setenta menos que ahora. Hay cosas que nunca se olvidan.
Genial
Inspiración
Sentada frente al ordenador, los ojos fijos en la pantalla, los dedos sobre el teclado y con la esperanza de una idea para ese microrrelato. ¿Pasión? ¿Muerte? ¿O quizá una vivencia personal?
Se levantó y puso música. Flamenquito. Venga, alegría. Vamos allá. Y fue matemático, oye. Con la música llegó la inspiración y el folio que estaba en blanco pronto se llenó. Y quince canciones después el microrrelato estaba terminado.
Coloquio de tres Devas
– … entonces, nació en plena guerra.
– Bastantes complicados esos días.
– Poca esperanza.
– Aun así, lo logró.
– Mucha pasión.
– Repíteme su nombre
– Carbajal.
– Tavo Carbajal.
– ¿Niveles de alegría?
– Al máximo.
– ¿Algo más?
– Devoto incondicional.
– ¿Blanco merengue?
– Sí.
– Pues creo que esto sería todo… autorizo al sujeto para su tra
– Esperen, quiere decir algo.
– ¡Vamos chavales! ¡Por otras quince champions!
El pasado fue un fragmento del diálogo 88/64.As/44 tomado el 31 de mayo de 2025 al medio día. Ubicación: Múnich, Alemania.
EL ESPEJO
Melissa toco el espejo con un dedo; la esperanza de abrazar a su hijo estaba en el aire, nunca había sentido tanta pasión por vivir: la alegría de tener al bebe en sus brazos vestido de blanco era poesía… El 15 saldría de la unidad neonatal. No obstante, ese fatídico día su corazón se hizo añicos cuando le dijeron que había muerto. Una falla cardiaca y su gotita de algodón se resquebrajaba en el infinito… más allá, en ese instante el espejo quedo roto del reverso: un llanto de bebe enfurecido increpaba a su madre a que fuera a abrazarlo.
PRUEBAS
–Esperanza, Pasión, haremos una prueba –dijo el enfermero –. Diré una palabra y ustedes una contraria. Empecemos: alegría.
–Tristeza… desesperación… –dijo la chica sin mirarlo.
–Blanco.
–Negro… rojo… –dijo temblándole la voz.
–Sol –fue la siguiente.
–Luna… nubes… –respondió bajando la vista.
–Doctor, mi niña vuelve a tener esa expresión desoladora –dijo una mujer mirando tras el cristal.
–Para ella, no está siendo fácil aceptar lo del accidente. También lamento informarle que seguimos sin determinar cuál de sus hijas es; a pesar de haberle realizado más de quince pruebas –dijo viendo al enfermero hablar con una sola persona.
El cuentapropista.
Aquel madrugón de Lucas fue motivado por la esperanza de cambiar la mala racha.
Nuevos recorridos y horarios fue tanteando desde el comienzo del invierno.
Si bien prueba y error no lograron menguar la pasión del muchacho, sabe que
la alegría tendrá que cosecharse más adelante.
Un perro blanco se suma a la peregrinación junto a la luna y el silencio.
Por fin, después de andar quince cuadras, encuentra algo de cartón para completar la primera bolsa.
Sonríe.
─La estrategia parece ser la acertada─ le dice a su compañero.
El mestizo le mueve el rabo a un lado del carretón.
NUESTRO RINCÓN
Esperanza es el hada favorita del bosque. Su pasión es volar hasta donde sus alas lo permitan y dejarse caer en picado hacia la realidad.
¡Qué alegría le invade cuando alcanza el cénit y observa a su alrededor el horizonte del azul del cielo unido al verde de los árboles!
En el máximo de altura queda en suspensión, y boca arriba disfrutando del blanco de las nubes, cae a merced de la gravedad durante quince indescriptibles segundos.
De nuevo en su bosque, le dan la bienvenida las secuoyas rozándola con sus ramas en vuelo rasante, agradeciéndole el espectáculo.
SIN REMEDIO
Aún conservaba cierta esperanza de avivar nuestra pasión con el vestido rojo, muy ceñido, muy corto y muy escotado, que acababa de comprarme. La cara de alegría de Ernesto al entrar en el salón y verme reclinada en el sofá con él puesto no tuvo precio. Tampoco lo tuvo mi cara de estupefacción al verle salir corriendo a coger la cámara de fotos para disparar como un loco desde todos los ángulos habidos y por haber, antes de encerrarse en el cuarto de revelado. Puse los ojos en blanco y le di quince minutos para hacer la maleta.
Sorprendente
CAMBIO DE PLANES
Pasó por la sala aún con esperanza y sintió la pasión, su hijito le dio mimos, abrazos y ronroneo ¡Qué alegría! él también fue gato por unos instantes. Su mente quedó en blanco. Hoy no podría ser, esperaré quince años más. Regresó al cuarto de desahogo y quitó la soga.
AÑORANZA
La esperanza se sentaba todos los días alrededor de Juliana. Sabía que los tambores de guerra algún día llegarían a su fin. Su pasión era salir a pasear por la orilla de los sauces de aquel lugar que le proporcionó tantas alegrías desde que nació. Subía ese día la cuesta del monte del Pilar y pudo ver el campo blanco como la nieve. Era invierno y pasear por allí le daba la libertad que le estaba quitando aquella guerra infinita. Apenas quedaban quince días para el día de Navidad y solo deseó volver a ver el pavo en la mesa
Parte del juego
Un cartel recién pintado decía: “Abandonad toda esperanza, vosotros los que entráis aquí con tanta pasión.”
“¡Qué manera de recibirnos!”, pensé iluso, puesto que habíamos pagado una entrada digna de un recital de los Stones.
Todavía había alegría en el grupo cuando, en un pasillo angosto apenas iluminado por un tubo fluorescente blanco, nos empaparon con un líquido pegajoso y nos forzaron eléctricamente a entrar en el campo. Sin duda, sentir mucho miedo era parte del juego, pues nos habían prometido una experiencia irrepetible. Inmediatamente, se encendieron todas las luces y oímos los rugidos acercándose. Eran doce o quince leones.
A mis quince.
Mamá me llevó a escuchar un pianista al teatro.
Le pedí que me llevara a conocerle.
Al acercarnos le pregunté:
―¿Me enseñas a tocar?
―Disculpe su atrevimiento no queremos molestarle. Mi hijo insistió nos retiramos.
―Señora no se vaya, por favor espere.
Mi madre me enseño cosas que comprenderás delante: nunca perdí la esperanza, ni la pasión, con mucha alegría hacía una cita con mi instrumento, como ahora lo has hecho conmigo. Mamá vestía todos los días de blanco, inicié a tocar cuando tenía quince años.
―¿Qué edad tienes?
―Siete.
―Empecemos hoy y platicamos después.
―Vale.
CORAZÓN APÁTRIDA:
La esperanza se puede perder o romper. No queda intacta si no hay pasión por hacer de este mundo un hogar. Qué saben ustedes de mi situación, de la orogénesis de mis dudas, de mis sueños, de mis miedos; y de mis alegrías. No me duele el blanco de la espuma del mar, es más bien el incesante oleaje lo que me corta el aliento y me hiere. Qué sabrán ustedes de quince años de miseria y de noches sin anhelos, ni puertos. Ni si quiera tú, estas manos que escriben, esos ojos que me leen.
Calendarios frustrados.
En sus escasos catorce, y a pesar de la historia, sus padres solo le hablaron de confianza y esperanza y de vivir con devoción y pasión fuera del odio circundante; pero la alegría solía correr espantada cuando el aire sonaba a pólvora y metralla, a miedo y destrucción y al tintineo en los bolsillos sin escrúpulos.
El ataque selectivo dio de pleno en el blanco; en su escuela ya nadie cumpliría los quince; el calendario inocente se detuvo porque todas las velas las sopló la estela de la sinrazón. Qué más da quién apretó los gatillos. Todos un poco.
Segunda oportunidad
Después de vencer al cáncer y sentir la felicidad inundar mi ser, miré al pasado y comprendí lo que me mantuvo en pie. La esperanza de un nuevo mañana fue mi guía en los momentos más oscuros, mi pasión por la vida me dio fuerzas para no rendirme, y la alegría que aún encontraba me impidió caer en el abismo. No ser blanco fácil de la desesperación fue clave, y aquellos quince segundos de revisión constante me regalaron una segunda oportunidad. Hoy, celebro cada día con gratitud, sabiendo que la vida, pese a todo, siempre guarda una luz.
Las Arenas del Sentido
Yazgo aquí en frías tinieblas, bajo el polvo del tiempo, con la esperanza de poder escapar, de que en mí se ilumine tal pasión, tal alegría, que el blanco suelo arenoso que me corroe torne insignificante. No sé si han transcurrido diez segundos o quince años. Lo único que queda de mí es el reconocimiento de la inexorabilidad de escapar de este destino, la débil y aguda comprensión que acabaré enterrado bajo sus arenas. Y, sin embargo… me levanto y comienzo a caminar. Pues los granos de arena pueden convertirse en un magnífico cristal que transforme la oscuridad en luz.
AL OTRO LADO DE LA PIEL
En lo alto de una montaña insignificante, una joven se despide de su ser querido.
Tienen la esperanza de poder volver a verse lo antes posible, y con una pasión
desbordante, se funden en el que será su último beso en tierra. La alegría y el dolor
inundan sus cuerpos a partes iguales, y una vez que toman distancia, ella le acuna
y le tapa con el manto blanco que tejió cuando estaba embarazada de quince
semanas.
-Guárdame un sitio allá donde vayas.
-Le suplica entre lágrimas -Mejor dos-susurra sonriente.
UN MAL RECUERDO
Esperanza lo miró fijamente a los ojos y le disparó la pregunta:
—¿Crees que la pasión precede a la alegría en una relación de pareja?
Él, sorprendido por la contundencia del contenido, palideció hasta que su rostro se tornó completamente blanco; como su mente.
Aún hoy, después de transcurridos tantos años, no sabe si permaneció en silencio durante quince segundos… ¡o minutos!
Luis Rangel
Arima
Arima comenzó a cultivar la tierra con la esperanza de retomar una vida tranquila en
su pueblo natal. Hacía tiempo que sus habitantes no eran felices: los ancianos
estaban abatidos por la soledad y los jóvenes, descontentos, añoraban un mundo
inalcanzable que sólo existía en sus teléfonos. Tampoco había nuevos nacimientos,
ya que la desgana había vencido a la pasión.
Arima repartía verduras entre sus vecinos porque deseaba que recuperaran la
alegría. Por suerte, el preparado blanco del laboratorio farmacéutico en el que
trabajaba anteriormente logró, en tan sólo quince meses, que el pueblo entero
volviera a sonreír.
¿Te lo he dicho alguna vez?
Volver a encontrarnos siempre me causó esperanza. Siento que quedó por expresar pasión en este amor de adolescencia que cuando acabó, lo sentí corto. Los recuerdos son preciosos. Hoy sería diferente, porque nosotros lo somos.
Los primeros años, se me iluminaba la cara de alegría e ilusión cada vez que pensaba en ti.
Gracias por las hojas en blanco que pudimos escribir, formas parte de mi historia.
Han pasado casi quince años y, para mí has sido, eres y serás una persona que me dio vida. El sentimiento que guarda mi corazón es bonito, tierno, cariñoso y agradecido.
MIS GEMELAS
Al mirar hacia atrás, puedo afirmar con firmeza que mi mayor logro en la vida han sido mis gemelas. Tengo las niñas más bonitas del mundo. Esperanza y Pasión son la personificación de la alegría; ríen todo el día, reflejando la pureza de su corazón tan blanco. Aún no han vivido lo suficiente como para verse afectadas por el desencanto. ¡Qué hermosos son los quince años!
EL RETIRO GUARDA MI ANGEL CAIDO
Cuando habían perdido la esperanza de ser padres, mi amá se quedó embarazada. Cogiéndose de la cintura, se miraron y besaron con la misma pasión del primer día.
Risas y alegría llenaron todos los meses del embarazo.
El parto fue difícil y mi madre murió. Mi padre volcó todo su amor en mi.
Un sábado, subido a sus hombros, nos dirigimos al estanque. Recuerdo el olor a Ducados y Varón Dandy de mi aita…
Corriendo, tropezó y callo. Su pelo blanco se cubrió de sangre….
Han pasado quince años desde que falleció y no he vuelto a entrar al Retiro
LA VIOLINISTA
Aquel día, obligada por su joven corazón, se levantó llena de esperanza. Agarró su violín, cruzó la puerta de casa y con la pasión guiando sus dedos, lo hizo sonar. El vecindario se llenó de una extraña alegría. Una primavera inesperada inundó la calle, e incluso tímidas cabezas se asomaron por las ventanas para ver a la pequeña artista. Transcurrieron escasos minutos hasta que, súbitamente, la melodía frenó. No era de extrañar; aquella niña se convirtió en un blanco fácil, pero quince años sólo se cumplen una vez en la vida. También en Gaza.
Carta al cielo.
Esperanza saltaba con pasión mientras Juan se ponía de puntillas y soltaba el hilo del globo con el mensaje atado en un lazo azul. Después, los dos se sentaron a mirar cómo se marchaba por encima de los edificios, por encima de las nubes. Cuando desapareció, se miraron y sonrieron con alegría, ¡mensaje enviado! “Abuelo, te echamos de menos, añoramos tus cuentos y tus juegos, y sabemos que nos miras desde ahí arriba. Ayer soñamos los dos contigo, nos enviaste este mensaje en un globo blanco:
Espero correspondencia. El abuelo, a quince de mayo de dos mil veinte”.
Décimas de segundo cambiaron su vida.
Andrés mantenía la esperanza de que Laura despertara del coma que la dejó postrada en aquella cama, después de sufrir un traumatismo craneoencefálico. Todos los días revive el momento e imagina que cambia esos segundos antes del accidente. Él la ama; sigue sintiendo por ella la misma pasión que el primer día; la necesita a su lado.
Mientras imagina esto, siente una alegría pasajera, pero sabe que la realidad es otra; ahí está, vestido de blanco, junto a la cama, nadie mejor que el doctor Adres Fernández para saber que después de quince semanas a Laura le llega su fin.
Inquebrantable
Llevaba años esforzándose, lidiando con reveses de todo tipo, aunque ella nunca perdía la esperanza; yo admiro la inquebrantable pasión que pone cuando lucha contra la adversidad, encubriendo la alegría tras un semblante serio, pero siempre tiene muy claro a qué blanco ha de apuntar. Aunque hace tiempo que se alejó de los quince, sigue manteniendo esa imagen y vitalidad propia de los que aparentan no cumplir años. Hoy lo ha conseguido. ¡Qué inmensa satisfacción!
En cierta ocasión le dije: “El mundo se perderá una gran madre, si tú no tienes un hijo”.
MUDANZA
La esperanza es lo último que se pierde. Andará en alguna de esas cajas junto con el resto de cosas. Siento pasión por la cocina. Me provoca más alegría elaborar los platos que comerlos. Pero cuando necesito un colador, encuentro la raqueta de tenis. O la colección de libros de filosofía cuando busco mi almohada preferida. Sin ella paso las noches en blanco. Mi marido, en cambio, duerme como un tronco. Que por cierto ya va siendo hora de que lo encuentre. Tiene que estar en alguno de esos quince paquetes que aún me quedan por abrir.
Muy bueno… sólo quienes han hecho muchas mudanzas pueden entender íntimamente tu relato.
Himno de alegría
Solo me queda la esperanza de un mundo en paz, donde la pasión por la vida haga vibrar cada corazón, y así entonar un himno de alegría que resuene en cada rincón del planeta. Sueño que vestimos de blanco, ondeando banderas de paz, tomados de la mano. Pero aquí el cielo es negro y ya no queda nadie con quien cantar. He perdido a mis familiares y amiguitos del colegio. Los adultos dicen que estamos luchando para que reconozcan nuestro país. Llevamos quince días en guerra, escondidos por los bombardeos. Solo me queda la esperanza que esta pesadilla acabe pronto.
Como no había mal que bien me viniera, la esperanza fue lo primero que perdí y mi pasión se transformó en cansancio. El café de la mañana empezó a adormecer mi alegría y su aroma dejó un poso blanco que todos reconocieron enseguida. Sonó la alarma. Era hora de reinventarme, sacarme a flote, dejar las habladurías atrás. Lo intenté quince veces y fallé catorce. Al liberar el pasado, transformé el presente. Al desandar el camino, avancé el futuro. Y cuando cayó la última hoja del calendario, el tiempo comenzó a correr de verdad. Ahora estoy a salvo. Por fin.
Me faltó el título: «Quince intentos para avanzar»
Petit Gurugú
Una cosa es segura: la esperanza volverá. Y la pasión. Y la alegría. También estoy de acuerdo con él en que nunca tuvieron la culpa, y en que de nada valen las prohibiciones. Ni las concertinas. El hambre los volverá a reunir. A todos. Al negro y al blanco. A los que vinieron de lejos y a los que nunca salieron del barrio. Y volverán las peleas por los mendrugos, y el miedo a lo oscuro. Los informativos hablarán de un nuevo intento de asalto, y un día más -y ya van quince- sentiré cómo se posan sobre mí las miradas de los más rezagados.
El olvido
Es un anciano que no pierde la esperanza. Se dedica con pasión y perseverancia a informarse sobre cuestiones médicas y a someterse dócilmente a un sinfín de pruebas clínicas. Pero no hay nada qué hacer. Después de deambular por los interminables pasillos de hospital para visitarse con multitud de profesionales sanitarios, no ha obtenido minguna información que le proporcione una mínima alegría. Está agotado. Pone los ojos en blanco y suspira, maldiciendo al ángel que le protege. Aún habrá de vivir quince años más. La muerte se ha olvidado de él.
DIGNIDAD
La esperanza de vivir de su pasión, la pintura, le hizo nómada desde jovencito. Pintaba en la calle y vivía de lo que le pagasen por sus obras. No alcanzaba para caprichos, pero era suficiente para él y su compañero, un pequeño mestizo, todo pelo y alegría.
Una mañana, un hombre se paró junto al lienzo, aún en blanco.
– Quince euros por el perrillo.
– No está en venta – contestó sonriendo mientras preparaba el material.
El hombre comenzó a alejarse, pero, al poco, volvió.
– Perdóname, chaval. Toma, que te vendrá bien. – Avergonzado, le tendió dos billetes. Un día más de felicidad.
Un invierno cálido
Ha perdido la esperanza de que el silencio reine a su alrededor y tiene miedo a quedarse atrapada en la avalancha de cuidados que recibe de los amigos. A diferencia de lo habitual, hoy ella no silba, no come, no siente pasión por las historias; la alegría del día anterior se ha convertido en tormenta, aunque por fuera parece gélida como el blanco que cae del cielo. ¡Ser adoptada a los quince años! Ella solo desea una pala para quitar los carámbanos de incertidumbre colgados en su pecho… hasta que llega su madre, le abre los brazos y le sonríe.
AMUNT
Nunca perdemos la esperanza. Por más que el escenario sea adverso, estamos convencidos de que con grandes dosis de pasión acabaremos recuperando la alegría.
El blanco por sí solo es un color vulgar, manido, pero acompañado de negro se convierte en una mezcla elegante. Y así lo demostramos cada día. Mientras que algunos se enrocan en sus quince, nosotros surfeamos el infinito, y contra viento y marea invocamos a nuestras leyendas, que perduran grabadas a fuego en la eternidad.
Nuestro mar.
—Algún día escaparé de aquí —dijo el chico mirando pensativo la inabarcable inmensidad del mar.
—¿Y me dejarás sola, aquí? —preguntó la chica mirando a su amigo con dolor y tristeza. Un helado se derretía entre sus dedos.
—Mi esperanza y mis sueños están lejos de esta ciudad… Y tú formas parte de ellos.
—Tu pasión por vivir, hace que aún te quiera más. La alegría volvió a reflejarse en el blanco brillante de sus ojos.
—En quince años, tras la universidad, volaremos…
—¡Mira al mar! ¿Qué es aquello?
—¿Una vieja barca? Parece llevar muchas personas dentro.
—¡Vienen hacia nosotros!
LA BATALLA
Esperanza. Manteniendo su pasión por la alegría de Lucía, cuando reía y brillaba el blanco
de sus dientes de nácar. La de negro, cada vez más desdibujada y alejada. Esperanza, sin
rendirse ni moverse de la cabecera de la cama. Porque una cosa era dejar ir a alguien de
noventa años, y otra a una niña de quince recién cumplidos, con todo un camino por
recorrer en la vida
LA ENSEÑANZA
Me preguntó mi hija, que estaba haciendo los deberes del colegio:
— ¿Todas las cosas buenas de dentro del corazón, son con La ? porque mira: la esperanza, la pasión, la alegría.
Me quedé en blanco quince segundos y le respondí:
–Todas no, también hay muy buenas con El por ejemplo, quizá la más importante: el Amor.
Encuentros
Abandonamos juntos el hotel para una vez en la calle emprender caminos opuestos.
En algún momento había albergado la esperanza de que aquello fuera el inicio de mucho más.
Algo más que una noche de sexo, pasión y alegría.
Todo se esfumó al alba, tras una fría despedida.
No se si la vida nos volverá a encontrar, pero nunca olvidaré aquellas horas.
Me quedo en blanco ¿Que día será hoy? ¿Quince ó dieciséis?
EL REINO DE LA MUERTE
La ESPERANZA y la PASIÓN de la chica, Esmeralda, se desvanecieron al observar el cuerpo sin vida de su madre. En el salón reinó el silencio de la muerte, solo roto por sus pisadas. La sangre decoraba el suelo y parte de las paredes. La ALEGRÍA desapareció de su vida, aunque el golpe fue peor al descubrir, en la buhardilla, en un cajón de su padre, la cuerda manchada de rojo. Su padre acabó en la cárcel.
Todo el BLANCO de sus QUINCE años se volvió negro.
Ese día se quedó sin familia.
Ese día se suicidó.
La novia
Esperanza se enamoraba con facilidad. El azul de unos ojos, la carnosidad de unos labios, el tono grave de una voz masculina, bastaban para desencadenar su pasión. Después de unos meses llegaba la alegría de la boda. Ella desfilando por el pasillo de la iglesia, como una diosa vestida de blanco, su color favorito. El álbum de fotos, el vídeo de la celebración, su marido y ella, abrazados frente al televisor, en el sofá de la nueva casa. ¡Qué pena que esa felicidad se esfumara tan pronto! Hoy ha conocido al siguiente hombre de su vida: el quince.
El renacer de un adiós
Miren vivía en el dulce abrazo de la esperanza, creyendo haber hallado el amor que todo lo transforma. Su corazón latía con la fuerza de una pasión pura, de un futuro compartido. Cada día, cada momento, se teñía de una inmensa alegría, como si el tiempo no tuviera fin para ellos. Pero de un día a otro, él desapareció, dejando un vestido blanco colgado en el armario y los sueños desvanecidos en el aire. Quince días después, Miren alzó la mirada y comprendió que se encontraba ante un lienzo en blanco donde podría trazar los nuevos comienzos de su vida.
A LA DERIVA
Como un barco sin esperanza,
Que navega a la deriva falto de pasión,
Despidiéndose de los tiempos de alegría,
Sumido en un silencio blanco carente de emoción.
Ya son quince las horas que ha perdido,
Sin darse cuenta de que cada día vuelve a salir el sol,
Sin saber que, al llegar al puerto correcto,
Siempre vuelve a latir el corazón.
HUMANIZANDO DESDE LA DESHUMANIZACIÓN
La humanidad, mientras era devastada silenciosamente por una felicidad encubierta de indiferencia, egoísmo y despersonalización, mantenía esperanza aun estando malherida.
Indagando con pasión en lo que alguna vez fue, en lo profundo de su esencia encontró con alegría su verdadero significado en valores cada vez más olvidados: gestos, miradas, palabras sinceras, generosidad o entrega.
La humanidad comprendió que no era solo una hoja en blanco de perfección impuesta intrínsecamente sino que, en esta deshumanización, el cambio comenzaba desde sí misma.
Quince palabras concluyeron su reflexión:
«Mi dolor, es la clave para crecer, para poder volver a mi esencia y trascender».
Mi Platero
Miraba a mi madre con ojos llenos de esperanza pidiéndole uno como el del dibujo. Cada día ponía más pasión en mi súplica y cada día recibía la misma negativa: que no puede ser, que no podemos tenerlo en casa.
Un día, al llegar del cole, tenía un regalo en mi habitación. Y al abrirlo ¡qué alegría! mi deseo casi hecho realidad, un Platero blanco, de algodón, como el del libro del cole. No era exactamente lo que quería pero no importaba, nos hicimos amigos rápidamente.
Tras quince años Platero sigue guardando todos mis secretos, suerte que no habla.
LA ESPERA
Miraba por la ventana con la esperanza de un niño por ver a su padre llegar de la guerra. Su pasión por la escritura emanaba de cada uno de sus poros; sus manos se entregaban con alegría a una danza hipnótica, interrumpida cuando el flujo de inspiración se quebraba. La tormenta que atisbaba al trasluz de cristal le inundaba de melancolía. Así, el blanco inmaculado de las hojas se difuminaba al compás del tecleo, mientras cada palabra escrita llenaba el vacío de su ausencia. El temporal sobrevendría en intervalos de quince meses y, en cada punto cardinal, hallaría nuevos esbozos.
DESEOS
“Siempre tuve la esperanza de que siguieras mis pasos”, dice mi abuelo mientras se balancea en la mecedora. Es maestro jubilado, oficio que desarrolló con pasión. ¨Me daría tanta alegría que aún recapacitaras y dejaras el fútbol”, insiste. “Dime que lo harás”, suplica. Hoy lleva el pijama blanco y las zapatillas de cuadros. Tiene ochenta años y el alzheimer le impide recordar que yo solo tengo quince, que juego en el equipo del colegio y que ni siquiera estoy en su habitación. Evidentemente, mi fotografía no le contesta.
Tu regreso
Mi abuela solía decir que la esperanza es lo último que se pierde y nunca lo comprendí hasta ese día… Fue durante una noche llena de pasión y alegría, donde entre lo blanco de las sábanas, te pedí, casi suplicando, que te quedaras a mi lado. Después del silencio, llegó tu adiós. Te esperé… Te esperé quince días, horas, años o tal vez una eternidad. Y fue hasta ese día, que solo al verte volver, volví.
YA NO
Antaño, ante los retos diarios, me revestía de esperanza y rebuscaba en mi interior algún rescoldo de pasión que me insuflase energía para continuar adelante. Una sonrisa (esbozada a medias) era suficiente para volver a avivar una renovada alegría.
Me quedé como una página en blanco, sin sustancia, cuando se extinguió hace años la lumbre que me impulsaba a transitar un camino trazado a los quince.
Puedes cruzarte conmigo por la calle, pero no te engañes, este cuerpo que me lleva y me trae, carece de toda vida.
Esperanza compartida
Esperanza tenía hijas de distintos padres, fruto de la pasión. Su vida en el solar no había sido fácil, desde aquel despertar con solo trece años, y la noticia. Cada intento de superarse terminaba en descalabro: todos sus hombres enrumbaban en busca de mejores derroteros, cambiando la humedad de paredes agrietadas por la más fresca y salina del mar, adonde se perdían. Pero ella, tenaz, estudiada en la máquina de costura de la vida, seguía honrando su nombre. Esta vez nadie vendría a matarle la alegría: Ya tenía listo el vestido blanco para los quince de la mayor.
Por Caridad
Con solo dos mochilas y la esperanza en un mundo fácil, aquellos checos -una pareja de unos treinta años- se vinieron a Cuba. Ya llevaban rodando desde agosto por los mogotes de Pinar del Río, hasta que acabaron provisiones y pidieron ayuda. Cuando los encontramos perdidos en la playa, sus ojos refulgían de pasión y alegría de quedarse a vivir en un país “libre”. Pero la realidad era otra: en medio del aviso de huracán y cortes de energía los conducimos al único lugar posible: un convento de monjes carmelitas pintado de blanco donde pasarían, si acaso, quince días.
La primera fiesta
No diría esperanza; con una vida tan breve nunca la ha necesitado. Lo suyo se asemeja más a la ambición. A una pasión ansiosa que le sacude las entrañas. No conoce sus límites, y eso le permite soñar con la alegría del universo. Hace poco descubrió a Queen, y su corazón grita como Mercury: «¡Lo quiero todo y lo quiero ya!». Recibe las rosas con cuidado: no es el momento de manchar su vestido blanco. Su rubor no es vergüenza sino emoción. Ofelia, dueña del todo. En especial de lo desconocido. Así, plena y omnipotente celebra sus quince años.
A Osman la esperanza de una vida mejor lo hacia sentir enajenado.
Venia preparandose para este día por años, desde que le arrebataron a su pasión, la encantadora Victoria, ¡No! queria pensar en ello, hoy era un día para buscar alegría, para Victor y para el. Apretó suavemente su pequeña mano, y en su mirada vio el miedo que intentaba disimular, Osman tomó la mano del niño con ambas manos y le sostuvo la mirada sonriendo hasta que vio el blanco de su sonrisa. En quince minutos saldría el cayuco rumbo a un nuevo futuro
NO HABRÁ ÚLTIMO
Le habían puesto de nombre Esperanza y, aunque lo lleve como parte del nombre, no hubo que esperar nada. Con una pasión inusitada y una alegría a veces casi descontrolada empezó a disfrutar de la vida, dejando pronto en blanco y sin palabras a la gente a su alrededor. Tiene respuesta para todo, con apenas ahora quince años, y aparenta con esta actitud que nada ni nunca va a perder.
título: Sin retorno
Su pecho se acelera al ritmo del tren que inicia su marcha.
Destino: una nueva vida, una nueva esperanza. Siente pasión por aquellas tierras que la vieron crecer. Hoy son un paisaje irreconocible. Por la ventana una niña con sus mismos ojos saluda con sutil alegría en su rostro mientras sacude un pañuelo blanco. Es su reflejo quince años atrás. Avanza y los escombros se alejan. Con ojos ahogados y mejillas inundadas de melancolía, escucha un nuevo estallido.
La mirada fija en esa niña que alguna vez supo ser.
Es hora de soltarla. Es hora de no volver atrás.
PROYECTO JIUMAN.0
Enqui, todavía, no había perdido la esperanza d cumplir el encargo de su superior. Tenía todo lo que un gran genetista necesita: motivación, conocimiento y pasión desbordante. Tras muchos años de trabajo, infinitos intentos, algunos prototipos fallidos y pruebas interminables; finalmente, la alegría brillo en los ojos de Enqui. Lo había conseguido.
Cuando Aldana entró al laboratorio, se sorprendió.
– No es blanco. -exclamó Aldana.
– No. Este ser habitará en África.
-¿Cuántos prototipos fueron?
– Quince. -respondió satisfecho.
– Han sido muchos años, al fin podrás regresar a tu planeta. El proyecto Jiuman.0 está concluido. Nuestro equipo se encargará de su supervisión.
(vuelvo a publicarlo, pues me había olvidado del título)
DE MEMORIA
La esperanza de recordar siempre la acompaña, porque no sabe que ya ha empezado a olvidar. Su pasión por contar historias permanece intacta, pero a veces, los detalles se desvanecen entre palabras confusas. Aún sonríe con alegría al hablar de su boda, imaginando un vestido blanco que nunca usó. “¿Qué edad tiene mi hija? ¿Diez? No, ya cumplió quince…”, dice, aunque en realidad, su hija tiene casi cuarenta. Vive en un presente fragmentado que superpone ayeres difusos con ayeres irreales. ¿Qué más da? Al final del día, lo único que le importa es… fue… será…
Un toque personal y animal
Pronto llegarán los invitados. Con la esperanza de que no reparen demasiado en este cuchitril, Jokin prueba a hacer cambios. Kika, su joven mascota, mantiene un ojo bien abierto.
Descuelga las láminas y las coloca sobre el sofá y la silla. Hay que dar un toque personal. Pero mientras se acicala en el baño, Kika desgarra con pasión la reproducción del Cézanne. Y con qué alegría se emplea en el “Negro sobre blanco” de Malévich.
—¡Kika! No hace ni quince días que llegaste y mira lo que has hecho. ¡Qué van a decir los invitados!
LO ÚLTIMO QUE MUERE
Faltaban veinte minutos para que terminara el concurso. La Esperanza, la Pasión y la Alegría se disputaban el título de la emoción más imperecedera: aquella que sobrevivirá hasta los últimos días de la existencia humana. La Pasión fue la primera participante en poner los ojos en blanco; pese a su entusiasmo inicial, sólo resistió dos minutos ante las duras pruebas. Al minuto quince cayó la Alegría y, al diecinueve, la Esperanza. Era evidente: la esperanza es lo último que muere. Pero inesperadamente en los últimos instantes revivió la Alegría, satisfecha de al menos haberlo intentado.
BAUTISMO CON TINO
Érase una vez una niña hermosa a quien su madre llamó Esperanza. Su pasión era la medicina, realizó brillantes estudios y, con gran alegría, recibió una beca para investigar en las mejores universidades extranjeras. La madre enfermó. Los profesionales se contradecían sin poder decidir si operar o no. Una mañana de sol, desde la butaca en la que la cuidaba, Esperanza superó las emociones que la atenazaban, se puso una bata blanca que la aislara de sus torpes sentimientos y la llevó a quirófano. Tras quince días de recuperación, los ojos de la madre sonrieron de nuevo a la vida.
La cometa blanca
A Rubí le gustaban las cometas de colores.
A pesar de no tener medios, nunca perdió la esperanza de poseerlas.
Las amaba con pasión, se quedaba absorta mirando sus piruetas y aplaudía con alegría.
Un día, su padre, la llevó a una conferencia sobre el Festival de Hamamatsu, donde los japoneses levantan enormes artefactos.
Al finalizar, sortearon una cometa blanca personalizable.
La chiquilla apretaba su número emocionada; y al oír cantar, abrió lentamente la mano y apareció un papelito: arrugado y sudado con un quince. No osaba levantarse, excitada, se había orinado.
Así, inesperadamente, cumplió si deseo.
Más vale ciento volando
–¡La esperanza, es lo último que se pierde!– dijo, fingiendo pasión y alegría, el padre.
El hijo volvió a cargar y disparó, aparentemente decidido a dar en el blanco.
Falló de nuevo.
Ya iban quince veces seguidas.
Su padre cabeceó pensando para sus adentros: – Este nunca va a ser cazador.
Su hijo miró al cielo por donde, asustados, los patos huían en desbandada.
Le encantaba verlos volar.
Le costaba fallar adrede teniendo, como tenía, tan buena puntería, pero no había nada comparable a presenciar aquel espectáculo de cientos de aves surcando el cielo, volando en libertad.
Quince Años Después
Caricias que brotaban en retozones, atardeceres esperanza, escondidos tal cual dos adolescentes. Y esa tarde llegó la muerte de su esposo. Pasión, alegría, blanco sobre negro, negación y tristeza brotaron de mis razones. Un único lugar entre ella y mi pretensión, el funeral, trucaba que nos amaramos, ahora el fuego hacía arder lo que nos separaba. Esa mañana un desconocido irrumpió cual sutil línea, invadió cual astro que acaba su vida. Quince años pasaron y muchos otros besos, pero ninguno quiso ser, cual antojo de su cuerpo, aquel que ya nunca volví a deplorar. La tregua segó mi nostalgia.
Circunloquio
“Cuando recuerdo la esperanza, la pasión y la alegría que sentía solo me queda la tristeza y la reminiscencia de aquellos tiempos”. Siempre pensé que era un buen inicio para un relato, me puse mi pantalón blanco que personificaba la honestidad que se tiene a los quince años, aunque tenía algunos más, termine de vestirme, y salí a la calle. La decisión estaba tomada: sería escritora, tan solo quedaba meditar cómo lograrlo.
LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE
Esperanza despertó en casa.
Aquel era su hogar, marcado por el cariño de sus padres, la pasión artística de su hermana y la alegría de un tiempo mejor. Todavía esos recuerdos reavivaban el adjetivo de su nombre.
Sobre la mesa descansaba una fotografía en blanco y negro. Su retrato de niña le devolvió una eterna sonrisa. El reverso tenía escrita una frase: “Quince de octubre 2024”.
La pena se grita o se silencia y Esperanza optó por la última. Solo ella supo cuánto dolió constatar que aquel fue el día en el que se despidió de este lugar llamado vida.
Esperanza tiembla al escuchar su nombre,
pero está harta de tantas mentiras,
se han secado los ríos de pasión
y opacado el brillo de sus ojos;
aún recuerda cuando caminaban
tomados de la mano por el malecom.
Su corazón sabe que la alegría no regresará jamás;
tiene grabado aquel enero blanco cuando se regaló,
quince páginas de poemas sueltos,
prosas de tinta fiel y eterna,
en ese momento aparecen en su nebulosa memoria
la traición, el engaño y el dolor, tropieza
en el espejo con su reflejo, el de ese ser
que prometió amarla como a nadie en el mundo.
«Esperanza»
En medio de la devastación, la pequeña Ana sostenía con fuerza la muñeca de trapo que le regaló su madre antes de partir. Esperanza era su nombre, porque, en los peores momentos, su madre siempre le hablaba de ella. A pesar del caos y la destrucción, Ana conservaba la pasión por la vida, como una llama que no se apaga. En sus ojos aún brillaba la alegría, aunque la guerra había teñido de gris su infancia. A lo lejos, un manto de cenizas cubría todo de blanco, mientras contaba los días: quince ya, desde el inicio del conflicto.
TODO POR SU AMOR
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde así que yo persevero. Además, le prometí que no me afeitaría hasta que sintiera algo de pasión por mí y sigo sin hacerlo. Lo más difícil fue lo de la luna. Subí henchido de alegría para bajársela y ahí la tiene, sobre el mueble blanco del recibidor. Reconozco mi error, no estaba llena como ella quería, pero no es fácil encararse a una escalera interminable y menos cuando los pelos se te enredan en los peldaños.
Algún día valorará mi esfuerzo, aunque tropiece quince veces con esta barba que no tiene fin.
Tras aquella llamada telefónica realizada a altas horas de la noche, Carlota comprendió que algo estaba a punto de cambiar. Al despertar, la esperanza renació en su corazón y, con una pasión renovada, saltó de la cama -como hacía tiempo que no hacía- dispuesta a comenzar con los preparativos. Aquella propuesta de cambiar de vida y empezar desde cero en el lugar al que su corazón anhelaba volver la llenaba de una alegría que creía perdida. Esa mudanza se sentía como un lienzo en blanco: atrás quedarían quince años de nostalgia y duelo migratorio. Al fin podía volver a casa.
LOS ESCRITOS GUARDADOS DEL TIEMPO
Mi primer relato… no sé a qué edad pudo ser… quizás a los nueve o los diez, cuando aprendí a escribir bien y guardaba todos mis secretos bajo la llave de un diario, con la esperanza de que nadie los pudiera leer.
Mi madre siempre me animaba para que compartiera mis escritos. Ella siempre soñaba con eso. Era su pasión fantasear con el día en que yo publicara algún cuento…
¡Qué alegría le daría!
Sin embargo, el pelo de mi madre se volvió blanco con los años que pasaron sin que yo escribiera, más de quince… cielos… el tiempo vuela.
• E P I M E T E O •
PANDORA ABRIÓ SU CAJA, Y SALIERON LOS MALES DE LA TIERRA, QUEDANDO DENTRO SOLO LA ESPERANZA; SOLO SU AROMA LOGRÓ ESCAPAR.
ESE AROMA INTOXICA, AGITANDO MI CORAZÓN, REVOLVIENDO MI CEREBRO, INCITANDO MI PASIÓN A ARDER EN VANO; SI ESO CAUSA SU AROMA, NO IMAGINO LO QUE CAUSARÍA ELLA ENTERA; ESE AROMA: MI ALEGRÍA.
PLOMIZO EL CIELO, EL SOL ARDE BLANCO SIN ABRIGAR; SIN MIRAR ATRÁS, SUBES A TU COCHE, Y SALES DE MI VIDA; SOLO TU AROMA QUEDA.
HAN PASADO QUINCE AÑOS DESDE TU AUSENCIA; CANSADO DE ESPERAR, DE ESTAR AGITADO Y REVUELTO; HE ARDIDO EN VANO, Y CENIZAS QUEDAN.
RETRATO
Transmitía esperanza con pinceladas de pasión y alegría. Todo lo que veía lo plasmaba sobre un lienzo en blanco. De imprevisto, un día se cruzó con la mirada y la sonrisa más bonitas que recordaba. El paso del tiempo había añadido matices a aquel rostro, una madurez serena que le cautivó, incluso más que a los quince años. Memorizó cada detalle como si fuera la primera vez, pero al pintarla no lograba reflejar su belleza. Tanto lo intentó que un día la mano se hizo pincel y al rozar el retrato, este se desvaneció.
FIRMEZA
La esperanza era lo único que le sostenía en pie, como una fuerza silenciosa que le mantenía firme en los momentos más sombríos. Al mismo tiempo, una llama interior alimentaba su pasión y le empujaba a no rendirse, a seguir luchando. De pronto, al final de la subida, le envolvió una inesperada alegría, fluyendo en su interior como un torrente desatado después de la tormenta. El descenso fue como una travesía en un océano blanco con el viento de popa. Al cruzar la meta, recordó que quince años atrás había decidido que nunca dejaría de creer en sus sueños.
FATUM
Cayó al suelo sin hacer ruido y quedó allí, boca arriba. A continuación, y cerca de ella, cayó otra, y otra, y otra.
No había esperanza ni pasión en aquéllos vaivenes que las arrojaban a la tierra del jardín. Si acaso, parecía que se respiraba un cierto aire melancólico. O, ¿era alegría? No lo sabría nunca y, además, se enojó porque el blanco que la envolvía se había manchado con el agua sucia que quedó en el suelo tras el leve chaparrón que había caído.
La chica, de quince años, siguió deshojando la margarita con un sí, no, sí, no…
CALLE ESPERANZA
Vivo en la calle Esperanza número quince, a priori no es el mejor sitio para vivir; por ello, pocos mantenemos aquí nuestra primera residencia. Muchos nos llaman olvidados; otros, soñadores, apóstoles de la pasión; algunos, simplemente, ilusionados o testarudos. Es normal, en esta calle, los viejos edificios colapsan mientras duermes, el blanco siempre parece gris y está repleta de fantasmas que asustan si no los sabes amar bien. Pero vivir aquí, lo juro, es la fuente máxima de la alegría: cuando nadie mira, las nubes dibujan formas inimaginables, el aire trae aromas exquisitos, todo resulta inenarrable, la vida nació aquí.
Este relato no podría concursar, por incumplir una de las reglas de las Bases del Concurso. Os recomiendo leerlas si queréis concursar.
ABRAZO A LA DERIVA
Ahora que la esperanza se le personó; la pasión, que la acompaña, bienvenida ha sido; y la alegría de retomarlo le hace olvidar tantas noches en blanco; nadie asumirá responsabilidades. Pero si hasta anteayer no claudiqué, aquel que soy desde los quince años ya no sería yo, guste o no. Entiendo que ella rehúse soledades, pero escúchame, del hombre quien la desatendió ese nunca fue su propósito: de tu abrazo sincero, el afecto lo ilustras tú; el perturbador aislamiento, un otro yo que cuanto más se me encubre, produzco más niebla para llegar a puerto. Evita la deriva.
Como cada día, tenía la esperanza de aparcar a la primera al volver del trabajo. Sin garaje, ya que no podía permitírselo, y con un trabajo por el que había perdido toda pasión y entusiasmo, de lunes a viernes solo le quedaba la triste alegría de llegar pronto a casa y ponerse las zapatillas. En esto pensaba cuando le pareció divisar al fondo de la calle un coche blanco con intención de salir. «Hoy es tu día, Paco», se dijo. Quince minutos más tarde, ya en pijama en su sofá, vio el cartel clarísimo en su mente: «Carga y descarga».
SIN TÍTULO
EL MEJOR REGALO
Ana despertó repleta de esperanza. La brisa matinal le susurró al oído que, por fin, había llegado el día. Esa mañana, su corazón latía con una extraña pasión, como si una chispa interna se encendiera después de tanto tiempo. Abrió la puerta y vio a su hija correr hacia ella, llena de alegría, con un vestido blanco resplandeciente. Emocionada, comprobó que el destino se ponía de su parte: coincidiendo con el octavo cumpleaños de la niña, bendito quince de octubre, recuperó su custodia de manera definitiva. Su mejor regalo estaba por abrir: un presente y futuro en mutua compañía.
A la ribera del río
Me acerco a la vaca con la esperanza de extraer un buche de leche
para mi mujer y el niño. Dejaré a la pasión imaginar la dicha que es poder conformarse con tan poco… Mi alegría en un pozo. Todo en esta vida es blanco o negro, más bien negro, pasando por las quince tonalidades de gris, del ártico al antracita, a tenor del Pantone de mi antigua agencia publicitaria. La leche es algo más que el deseo femenil, la pena es ser yo el desahucio de sus fantasías. Urgentemente tengo que encontrar carbón, para mantener la fogata encendida.
Lucy salió a la terraza, la esperanza había vuelto a su vida y se dibujaba en su expresión, la pasión y compromiso del personal médico de esa institución, permitió a la alegría asomar y quedar postrada en su corazón. El uniforme blanco que portaba el personal de salud, trajo a su mente quince significados inmediatos de ese color: pureza, inocencia, orden, limpieza, reflexión, crecimiento, creatividad, paz, luminosidad, perfección, divinidad, conexión, tranquilidad, unidad, claridad máxima, entre otros más.
Por fin, su sistema inmunológico había vuelto a realizar su cometido y ella podría abandonar el hospital, donde fue confinada por largos meses.
ALICIA ENAMORADA
Nunca había visto a una mujer lucir tan radiante, estaba tan llena de esperanza por su nueva vida, la pasión y la alegría se reflejaban en su rostro, hasta su vestido blanco parecía brillar más que el sol, más que aquel usado en sus quince, hace tan sólo tres años, sólo era una niña; ¡como pasa de rápido el tiempo!, ¿por qué ésta juventud siempre quiere vivir todo tan rápido, si todos llegan al mismo punto?. Tuve miedo, quizás el normal de una madre en estos casos, mientras veía a mi niña Alicia, tan enamorada, caminando lentamente hacia el altar.
SORPRESAS
A Esperanza Sonseca le gustaban las sorpresas que le daba su novio. Como cuando le regaló siete rosas rojas a la semana de conocerse, o cuando alquiló una sala de cine para ellos solos y poder desatar su pasión en la última fila de butacas. Faltaba por conocer que sorpresa le daría el día de su boda en el que la alegría la vestiría de blanco. Lo que nunca imaginó fue que su novio estuviera esperándola en el altar con los quince hijos que tenía de relaciones anteriores y de los que nunca le había hablado.
DESEO ETÉREO
Aquella enigmática figura que yacía sobre su cama era la razón de su sonrisa: Esperanza.
La pasión rezumaba por sus poros, reflejando una lujuria indómita propia de las bestias salvajes. Una alegría embriagante los atenazaba mientras experimentaban con sus desnudos cuerpos. Una…
—Martínez, blanco a cincuenta metros.
Aquellas cinco palabras cayeron como una losa haciendo añicos el eterno letargo del soldado. Se sorprendió a sí mismo fantaseando nuevamente con otra de sus víctimas. Se juró, en vano, que no volvería a suceder.
Seguidamente, apuntó con el arma a su efímero amor. Quince milésimas, la funesta distancia entre fantasía y realidad.
GLADIADOR
Me agaché y cogí un puñado de tierra, sintiendo cómo la esperanza se escabullía de igual manera que lo hacía la arena entre mis dedos. Puse toda la pasión en la lucha, a sabiendas de que cuanta más sangre bañara el metal de mi espada, mayor sería la alegría del populacho. Cuando terminé, todo quedó en blanco y un cuerpo inerte yacía a mis pies… Una nueva victoria. La número quince.
Mi doctor insiste en que son fantasías. Pero yo sé que no es cierto. Yo sé que me llamo “Gladiador”. Pero ellos insisten en llamarme “asesino en serie”…
Tarea inacabada
Con la esperanza de que pudiera interesar a sus lectores, la pasión de una primeriza y la alegría, aunque también el vértigo, de la hoja en blanco, se lanzó a la tarea de escribir, en el menor tiempo posible, un libro sobre la historia de su familia. Han transcurrido más de quince años y todavía está sin concluir. Cada mañana, la luz del sol y la fatiga detienen la recogida de datos en las entrevistas a sus antepasados difuntos del cementerio del pueblo.
Luto de bajamar
No pierdo la esperanza, a pesar haber dejado atrás, en alguna orilla lejana, el cadaver de nuestra pasión. Cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde, y comenzaba a agonizar rápidamente también la alegría, sofocada por furiosas olas de aguas revueltas, que golpeaban despiadadas, nuestra antes apacible playa.
Sentada ahora, desde mi reflexiva soledad, la caricia de la salada espuma de bajamar, me susurra la promesa de volver a engalanarme de blanco.
Me levanto secándome la cara, sonriendo tímidamente. En menos de quince horas habrá subido nuevamente la marea ocultando tus restos, mientras yo busco un nuevo amor… otra vez…
Aniversario
Tenía la esperanza de visitar la exposición junto a su marido pero ni siquiera hoy ha podido
vencer su adicción al trabajo. La acuarela cautiva por completo a la mujer que la contempla.
Sus tonalidades vivas expresan pasión, energía, fuerza; todo aquello que ha ido perdiendo su
atenta observadora. Alegría, bonito título. De reojo mira el precio. Demasiado caro, aunque
sería ideal para su rincón de lectura. Es un día especial, se vistió de blanco hace ya quince
años, como pasa el tiempo. No puede imaginar que el cuadro la esperará en casa junto a una
nota: feliz aniversario
CUENTOS DE (H)AL(D)AS
Y un día, cuando las princesas perdieron la esperanza de ser rescatadas, se cortaron sus interminables cabellos, desmenuzaron sus colchones de plumas, deshilaron sus hermosos vestidos y con ferviente pasión se construyeron unas hermosas alas. Salieron disparadas por las ventanas abiertas de par en par. Se fueron cruzando entre las nubes llenando de alegría la magnitud del universo.
Un estruendoso trotar las despertó de su sueño. Por fin llegaban sus príncipes azules. Cada uno en su caballo blanco. Quince años tarde. Por fin ellas decidieron no asomarse. Siguieron durmiendo plácidamente, sabiendo que hoy, habían aprendido a volar.
OCTUBRE QUINCE
Esperanza tenía grandes ojos verdes y cabellera risada; llena de espejos del sol. Su tez clara y pecosa, dispersaba una sonrisa ancha como campanada al viento. Toda ella irradiaba esa desmedida pasión adolescente, que impulsa a vivir vertiginosamente. Transmitía esa alegría honesta y contagiosa que encantaba a todos. Su voz era música; un tintineo grato que dejaba en silencio a todos… Su carisma nos reunía mágicamente, para defender al planeta y detener el cambio climático. ¡Soñaba con devolverle al mundo la confianza! En la marcha de protesta ella fue el único blanco, la única víctima ese fatídico quince de octubre…
BAJO EL MAR DEL TIEMPO
Permaneció en la orilla. El horizonte apenas se vislumbraba, como su esperanza. Se escuchaba la
marea, esa entre la que antaño navega con pasión. Cada ola arrastraba su perdida alegría en el
blanco de la espuma, mientras proseguía su ardua espera, por ese amor que un día en el océano se
perdió.
El sol comenzó a ponerse; observó su rostro reflejado en el agua, preparado para sumergirse durante
otros quince años, cumpliendo su parte del pacto. Y que entonces Neptuno le concediese otro día,
con el anhelo de volver a ver a ese amor que todavía hoy espera.
Veo pasar la esperanza a través del espacio y el tiempo, con la pasión de una estrella fugaz que se estrella en el universo infinito.
Nace como un destello minúsculo susurrando con alegría un nuevo camino, donde el recorrido, es más valioso que el destino.
¿A dónde irá a parar? ¿Qué será de ella?
La vida es una página en blanco de quince milésimas de segundos, pero, … ¿qué más da? Aunque durase mil millones de años, al final seremos todos polvo. Lo que importa son las palabras que dejamos que perdurará a pesar del tiempo.
A la ribera del río
Me acerco a la vaca con la esperanza de extraer un buche de leche para mi mujer y el niño. Dejaré a la pasión imaginar la dicha que es poder conformarse con tan poco… Mi alegría en un pozo. Todo en esta vida es blanco o negro, más bien negro, pasando por las quince tonalidades de gris, del ártico al antracita, a tenor del Pantone de mi antigua agencia publicitaria. La leche es algo más que el deseo femenil, la pena es ser yo el desahucio de sus fantasías. Urgentemente tengo que encontrar carbón, para mantener la fogata encendida.
Emociones
Para ella, el mundo siempre había sido gris, como una ventisca constante; y a falta de visión, eran sus emociones quienes la guiaban. Esa mañana también. Esperanza sonreía de oreja a oreja imaginando la medalla de oro en su cuello, Pasión prendía en llamas de deseo su guerrero corazón y Alegría, tan presente, brillaba con fuerza aún antes de comenzar la carrera y hasta después de cruzar la línea de color blanco. 11,05 segundos; una marea de aplausos se alzó a su alrededor y entonces lo supo: era la ganadora, entre las quince atletas, de los Juegos Paralímpicos.
De nuevo, sí
Se sentía inquieta, una mezcla de esperanza y miedo se entremezclaban esa mañana. Le parecía difícil de creer, pero lo había conocido a él y había conseguido hacer florecer de nuevo esa pasión que creía ya para siempre enterrada. Él le había devuelto la alegría y la fe en el amor. Y de pie, mirándose en el espejo, vestida de blanco nuevamente, después de más de quince años de autoimpuesta soltería, iba a dar el sí quiero a la persona que la había devuelto a la vida. De nuevo, apostaba por el sí.
Vacío
Secó con la palma de la mano una lágrima incontenible; cerró las puertas de las estancias más
íntimas, aquellas que parecían ser de esperanza. Salió lentamente de la casa y en su mente guardó
inolvidables instantes de pasión.
Cuando leyó su carta, la del adiós, esbozó una sonrisa; no sabía si era de alegría o resignación.
Manuscritas palabras, blanco de su dolor.
Antes de subir al coche, miró su reloj y descubrió que era quince de octubre, la fecha del triste
aniversario.
Entregó las llaves. La casa quedó vacía, disponible y entonces rompió a llorar
Cinco naipes
Tenía la esperanza de remontar y demostrarle a Rosaura que mi pasión por el póker no era tan mala. La alegría que se llevaría cuando le dijera que íbamos a casarnos como dios manda. Con vestido blanco, cura y pastel. Un sueño que ella tenía desde los quince y que mantenía tras veinte años, dos niñas y una hipoteca atrasada. Las cosas se fueron torciendo, pero confiaba en que un full en la última mano fuese suficiente. Mis anhelos rodaron por una escalera de color ajena. Al llegar a casa me esperaba un doble par de maletas en el recibidor.
AMOR EN LA RED
Se lo debía todo a él que avivó en ella la esperanza de volver a sentir la pasión. Bastaba con consignar en su cuenta bancaria los 5000 dólares para ingresar al portal: Amor en acción y hacerlo posible. Así lo atestiguaban cientos de parejas con sus fotos en forma de corazón.
Suspiraba cada vez que él aparecía en internet, motivando a su comunidad con alegría y vestido de blanco. Ella era la seguidora número quince y sabía que pronto su foto en forma de corazón con el hombre de sus sueños estaría en esa plataforma.
EL ATASCO DE CADA DÍA
Pierdo la esperanza cada día que veo a todas estas personas, en todos estos vehículos, con expresiones carentes de pasión, congestionados, a la hora punta del trabajador, en la carretera que transito. Y pienso que resulta complicado mantener la alegría cuando tu vida se ve reducida a una caravana mañanera, nueve horas de jornada, otro atasco de tarde en dirección opuesta, y un sol que ves nacer y morir sin poder disfrutar ni de uno solo de sus rayos. Negro es mi coche y blanco era mi espíritu que, tras quince años, se ha ido volviendo gris, atasco tras atasco.
Fallecida
Esperanza llegó con su pasión y alegría, vestida de blanco, al hotel Quince Letras de Macuto,
donde se desposaría, tres días antes de morir, ahogada al caer del batel que la llevaba al
barco, que la cruzaría a España. Corría 1835 y yo me enteré de su tragedia al revisar el archivo
epistolar de su hermana Carmencita, en 2024, en una sala helada del Archivo General de la
Nación. Carmencita sospechó de su cuñado, un aventurero que pasaba por Venezuela y
enamoró, en una semana, a su hermana solterona. Los dos marineros apoyaron la versión del
recién casado.
«El acontecer de la vida»
Esperanza, esperanza era lo que Marco necesitaba en ese momento. Marco era un niño huérfano, que solo tenía a su abuelito, él vivía con mucha pasión y alegría junto a su abuelo, en una pequeña choza, en medio del campo, para él en esos días todo era blanco, hasta que aquel día, todo lo blanco se tiño de negro, el reloj se ralentizó, y los días se volvieron eternos, como si fuesen quince años
Valora todas y cada una de las cosas que tienes, ya que no serán para siempre.
Sueños renacidos
Cada noche se dormía con la esperanza de que aquellos relatos,cuentos y libros,que con pasión escribía salieran a la luz.
Él había sido un párvulo soñador que con alegría pasaba horas dando rienda suelta a su imaginación, creando aventuras con sus pequeños muñecos.
Cuando llegó el momento de su metamorfosis, ya no se le permitió continuar con sus juegos fantásticos.
Su válvula de escape fue un papel en blanco donde convirtió de nuevo expresando aquellos sueños y aventuras
del que le privaron cuando tenía casi quince años.
Más que un equipo.
No le digas que tienes que ver ese partido.
Mejor dile: Tengo que ver si esas joyas que debutan con tanta esperanza son de verdad o solo son plástico, quiero ver si esos veteranos siguen con la misma pasión y si esas sonrisas del fútbol todavía son amadas por su afición. Quiero ver si una persona puede aguantar con el peso de todo un equipo y tener un corazón tan blanco como el escudo. Quiero ver si esas quince historias son de verdad o solo son leyendas, …
Quiero ver si vale la pena ver ese partido.
Este relato no podría entrar en concurso porque incumple una de las reglas de los relatos especificada en nuestras Bases.
Muy chulo.
Un ángel volvió al cielo
Empezó a perder la esperanza cuando se sintió somnolienta, el dolor del golpe en su cabeza era una mala señal, el señor que atendía en la tienda de mascotas, hablaba con pasión y alegría de los perros, hasta que cambió de blanco y bueno a agresivo y aterrador, ni siquiera logró llegar a sus quince años, anhelaba una fiesta con un vestido de princesa, tenía doce, seguía siendo una niña; quería ser feliz y vivir hasta envejecer.
Cara a cara
Esa era la llamada que con tanta ansia estaba esperando. El pitido de la bocina llenó sus oídos de notas de esperanza. Se puso el vestido nuevo, se recogió el pelo y pintó sus los labios de un rojo pasión. Loca de alegría, bajó saltando los escalones de cuatro en cuatro. El portero intentó frenarla, pero no pudo evitar que ella viera como aquel vestido blanco, se subía al coche y este arrancaba. El muy canalla, volviendo la cabeza, le lanzó un beso y quince segundos después se estrellaban.
El Despertar
Miro con esperanza mi futuro. Quizá mañana.
Confío en mí y siento como la pasión revolotea mi cuerpo.
Quizá mañana.
La alegría me inunda, me llena de regocijo.
El mañana es como una hoja en blanco, está por escribir.
Quizá mañana sea el día. Hace quince días que espero.
La esperanza es mi motor.
Quizá mañana se produzca el milagro y despierte a la vida.
Quizá mañana.
Empecé con esperanza. ¡Es un deseo pleno de justicia! Esa peligrosa y
agotadora travesía la sufrí con pasión. ¡Sentimiento fuerte! ¡Cómo no iba a
tener alegría! ¡Flujo transformador! Pero si ahora busco en el cielo, veo el
blanco reflejo del sol en la superficie. Sigo bajando. ¿Me quedarán quince
minutos de vida?
La esperanza mira hacia otro lado, el destino cambia de camino y la
alegría se enfría diluida. En una hoja en blanco, atravesada por el agua de
mar, quedaron sus quince primaveras.
Título: La ruta canaria
Hasta que se pudo
La esperanza recién se apoderó de Manuel, cuando sobrepasó al pelotón que lideraba …nadie podría haber puesto en duda la pasión que siempre puso en sus entrenamientos y ahora ante los gritos y aplausos de la gente avanzaba decididamente y se llenaba de alegría, atrás quedaban aquellos terribles momentos en que era blanco de burlas y maltratos todo eso ya era historia y parte del proceso , recordaba como por mucho tiempo no podía salir del puesto quince y que pensaba dejarlo todo…”vamos Manuel, no te detengas” – gritó Isabel, su fiel compañera y Levantando los brazos atravesó la meta sonriendo.
ESPÍRITU INCONFORME
Siendo adolescente, Juvenal intentó mejorar el mundo. Finalmente comprendió que todo estaba manejado desde el poder; que sus luchas, consistentes con sus principios, fueron una quimera; elemental ingeniería de esperanza, que a su vez, fue el motor de su ingenua pasión por intentar vivir, honesta y fraternalmente. Hoy no le queda vestigio alguno de su alegría por construir un mundo altruista. Dejar en blanco su página de vida, para empezar nuevos paradigmas, no tiene sentido con quince lustros de existencia. Pero quiere dejar constancia –dice- de su inconformidad con un mundo hostil, engreído, insolidario egoísta, incongruente vengativo y vacío…
ESPÍRITU INCONFORME
Siendo adolescente, Juvenal intentó mejorar el mundo. Finalmente comprendió que todo estaba manejado desde el poder; que sus luchas, consistentes con sus principios, fueron una quimera; elemental ingeniería de esperanza, que a su vez, fue el motor de su ingenua pasión por intentar vivir, honesta y fraternalmente. Hoy no le queda vestigio alguno de su alegría por construir un mundo altruista. Dejar en blanco su página de vida, para empezar nuevos paradigmas, no tiene sentido con quince lustros de existencia. Pero quiere dejar constancia –dice- de su inconformidad con un mundo hostil, engreído, insolidario egoísta, incongruente, vengativo y vacío…
TAMBIEN FALLAN… HUMANAMENTE
Inexplicablemente, el “biobot” experimentó la esperanza de poder volar nuevamente. Incomodado por el extraño sinsentido, agradeció internamente sus expectativas de éxito. Se sentía afortunado. Su inusual pasión por volar, casi humana, le brindó la alegría de surcar el blanco horizonte de las nubes… Quince días antes había persuadido al equipo, con su último análisis algorítmico, para comprobar el desempeño de los prototipos con motor de plasma. No totalmente convencidos, lo dejaron ejecutar el vuelo. Ese fue su último día de prueba. Nunca localizaron, ni el motor ni el “biobot” y se desaprovechó toda la información del avanzado experimento….
UBICACIÓN TRÁGICA EN TIEMPO REAL
La esperanza fue volátil fortaleza, del grupo desesperado de migrantes náufragos; abandonados a su suerte en el líquido infierno oceánico. Su pasión fue el motor que les arrastró por la deriva de los sueños… ahora, el desafío de sobrevivir los sostiene, en la telaraña que tejen entre miedo y alegría; intentando visualizar un final feliz. El reflejo de la luna llena, contra el blanco espejo del agua difuminando estrellas, no dejó ver el barco de rescate acercándose; partiendo la tabla que mantenía a flote quince náufragos…, el sobreviviente tenía encendido su móvil satelital; enviando señales de ubicación en tiempo real.
Noche de Dóminas
Tenía la esperanza de obtener la mayor cantidad de contactos posibles, pero avanzada la noche mi pasión y mi alegría colapsaron: fui un cobarde para probar la inserción transcutánea de agujas; hui de la boxeadora que golpeaba a su sumiso dejándolo en blanco; una novata me permitió sobar sus patas, no quince ni veinte minutos, casi una hora; recibí tres mendigos latigazos; tortura eléctrica de bolas, ni hablar. Sin máscaras, y burlándose de mi subutilización, una Señora me despidió con un sanador intercambio de babas: tal novedad, y la picadura de un mosquito, fue lo mejor de la noche.
Dame la mano
Lo intenté. Una y otra vez lo intenté, porque en el fondo uno tiene esperanza. Yo la tenía y me esforzaba por cambiar. Me decían que le ponía verdadera pasión, aunque me faltaba alegría. Es complicado tenerla viviendo entre cartones. Busqué una manera de avanzar, y lo conseguí porque tú me ayudaste.
De la oscuridad del alma se sale. Y tus tinieblas pueden transformarse en blanco resplandor, pero tienes que dejarte guiar. Ya no vivo en la calle. Hace quince años que dejé de beber. Tengo familia y amigos. Tengo otra vida gracias a mi esfuerzo y gracias a ti.
El sol de mi vida
Ella, al nacer, me devolvió la esperanza que había perdido después de años de ir a la deriva. Por eso le puse el nombre que tiene. Su padre ni tan siquiera sabe cómo se llama: me dejó después de esa noche de pasión en la que la concebimos.
Con sus risas y su alegría, mi niña cambió la vida que yo llevaba, una vida en blanco y negro, por otra repleta de colores. Quince años han pasado desde que nació y no cambio por nada lo que he vivido a su lado. Esperanza: ¡luz de mi camino, mi sol!
El guepardo y la gacela
La esperanza de poder alcanzar a su presa fue lo que le hizo salir raudo de la guarida, pues el tiempo apremiaba. Aunque carentes de pasión, la alegría con la que movía las patas rumbo a su objetivo hacía presagiar un final feliz para él. Tras una intensa carrera que le dejó sin apenas aliento, atisbó su blanco en la lejanía. Exhausto, desistió de su persecución al escuchar el gruñido del autobús número quince alejándose en el horizonte. La caza había terminado.
Pasión Fúnebre
Aquella mañana, Esperanza se despojó de la alianza incrustada en la falange proximal de un dedo bien nombrado anular. Se conocieron en un funeral, las lágrimas derramadas por los presentes germinaban la semilla de una pasión manifestada en pleno sepelio. Los gemidos ahorraban trabajo a las plañideras. La noticia del casamiento fue recibida con estrepitosa alegría. Vestida de blanco, a pesar de detestar los convencionalismos, abría las calles a su paso sin percibir el chirriar de un cerrojo que cerraba su vida. Aquel 15 de mayo se daba sepultura, ignorando que lo engendrado en un sepulcro, siempre retorna a él.
OTRA
Desde el balcón, arrellanado en un incómodo sillón-nido, observa el vuelo de los pájaros atravesando el dosel de los árboles. Le sorprenden los plumajes y las distintas pericias del vuelo. Se distrae. Tiene la esperanza de relajarse antes del itinerario que le espera. Recuerda vívidamente, la pasión de la despedida y lo invade una sensación gozosa, al pensar en la alegría de su mujer cuando lo vea regresar… Por la noche, casi a punto de salir, un blanco resplandor estalló sobre el edificio… Quince días después, desestimaron la búsqueda en los escombros y lo declaran desaparecido. ¡Inició otra guerra…!
VOLVERÁN
No tengo esperanza alguna de terminar este manuscrito a tiempo. Hay poca pasión en el relato… lo reconozco. Sin embargo, siento alegría, porque no tendré que desvelarme más; intentando sacarle el jugo a las palabras. Ellas se escapan todas las madrugadas y deambulan por la biblioteca, por el patio, por la brisa… Dos duermen en mi almohada. Algunas reposan con las gatas y otras se burlan de mí; tamborileando en mi mente como lluvia persistente. Dejan mi página en blanco y ya no pienso perseguirlas. Hace quince días que cabeceo, esperando que regresen antes que me duerma. ¡Sé que volverán!
Hoy es el último día. Antes de que marches. O que yo parta. Ya no sé quién se va y quién se queda. Despierto temprano, al alba. Con la esperanza de verte. Oigo las gaviotas y el mar, bravo. Pasión azul. Me calzo las zapatillas. Y empiezo a correr. Por los caminos de tierra, aún mojados. Aún dormidos. Los vecinos. El ruido. Las emociones. Ni alegría. Ni tristeza. Sólo avanzo. Dejo la mente en blanco. Llego al mar. A la cala de rocas rojas. Con el corazón acelerado, cuento las olas que rompen en el acantilado. Un, dos, tres… quince.
Triste latido.
Algo dentro de ella no funciona bien y muchos días siente como el mundo se desmorona bajo sus pies.
No pierde la esperanza y confía en que pronto volverá a sentir pasión y alegría y no solo esa tristeza que la consume.
Encerrada en el baño de azulejo blanco, respira hondo, quince minutos después sale como si nada. Quizás mañana, su familia, por fin la mire y vea en sus ojos la llamada de socorro. Pero hoy, si la preguntan qué le pasa, volverá a decir que ha estado picando cebolla, está vez, para el pisto de la cena.
Soy madre de dos hijos autistas. Con santa paciencia y esperanza puesta en los pictogramas empecé a enseñar a hablar a mis hijos autistas. Le ponía mucha pasión diariamente a la repetición de las palabras. Un día… ¡sorpresa! empiezan a emitir sus primeras palabras. Mi alegría fue indescriptible. Saqué mi pañuelo blanco, para secarme las lágrimas que corrían por mi cara. A los quince meses ya reconocían su nombre. Tanto esfuerzo había valido la pena. Esta experiencia, de enseñarles a adquirir el lenguaje, la percibí como si los hijos fuesen esponjas absorbiendo conocimientos y una vez asimilados, los expresaron.
Menú para tragar
“¿Esperanza para ellos? No todo es pasión, buenos no son. Los negro y amarillo merecen la alegria, imposible que los blancos la quince se lleven al final del día.”
Palabras del mejor amigo del capitán aleman que se tuvo que tragar porque los merengues ganaban otra final
La canción
Esa mañana apenas había dormido. Tenía la esperanza de que hubiese asientos libres en el
metro, pero no fue así. Algo diferente sí que sucedió, un chico joven y desaliñado entró con su
guitarra y se puso a cantar con una pasión desgarradora. Sabía que esa canción me sonaba,
pero en ese momento no podía recordar de qué. Sin saber porque una tremenda alegría se
apoderó de mí. Trataba de recordar donde había escuchado esa canción, pero estaba en
blanco. Estuve así unos quince minutos hasta que llegué a mi parada, y justo en ese momento
recordé. La canción era…
MAICA
Maica se cruzó en su camino una gélida mañana de invierno cuando, consumida por el desamparo y habiendo perdido toda esperanza, se dirigía con determinación hacia lo más alto del puente. Se produjo una mágica conexión entre ellas. Su pasión fue soplo a soplo reavivando los rescoldos de vitalidad que quedaban en su interior hasta devolverle la alegría. Hoy, de pie ante aquel montón de tierra removida, recordaba conmovida cuánto había cambiado su vida aquella perrita de blanco pelaje que el azar había puesto en su camino quince años atrás.
DECISIÓN
Tenía la esperanza de encontrarla con vida. Estaba en las últimas instancias. Ella, que era pura pasión, alegría sin igual, ahora se hallaba postrada, con una serie de adminículos que le permitían respirar a la fuerza. Ella, que gustaba de los colores vivos, encendidos, ahora estaba rodeada del color blanco de las paredes, de las ropas de los doctores y las enfermeras. Cuando la tuvo cerca, no pudo contener el llanto. No quedaba vestigio alguno de lo que había representado en su vida. Tenía quince minutos para rescatarla antes de que viniera la próxima visita. Y así lo hizo.
SEDUCCIÓN
Esperanza despertó cargada de pasión. La noche anterior se había quedado frustrada, pese a la alegría en su interior. Quería entregarse a los juegos de seducción, pero en la fiesta de su mejor amiga fue ignorada por completo. Se levantó con el ánimo pletórico, con infinitas ganas de sentirse viva. Abrió la puerta que daba a la calle, suspiró y vio pasar al repartidor de leche. Estaba decidida. Era su blanco perfecto. El reloj marcaba las seis y quince de la mañana. Hora ideal para un ardiente desayuno.
MENSAJE
La niña sostenía emocionada entre sus manos la nota de su papá, mientras soplaba las velitas.
Le contaron que él siempre está hablando de ella con sus compañeros y que mantiene la esperanza y la pasión por reencontrarse con su hijita para verla crecer.
Lo que aún no le explicaron es que esta misma mañana, justo cuando iban a darle la noticia que le devolvería la alegría, hallaron a su padre vestido de blanco impoluto para la ocasión, apretando fuertemente en su puño derecho un papel que rezaba «Felices quince años, mi princesita», colgando inerte en su pequeña celda.
Quince minutos
Con cada explosión que sacudía sin descanso la ciudad, la esperanza de retomar nuestros planes se extinguía un poco más. Fue la pasión mutua, pura e indestructible, la que hizo que Maryam reaccionara.
—No les dejemos ganar.
Nunca me hubiera imaginado que sería en un refugio antiaéreo, sin familia ni amigos, fondo de hormigón. La alegría al verla de blanco, una camiseta prestada, eclipsó todo lo demás.
—Hasta que la muerte nos separe.
Quince minutos después, una bomba puso a prueba nuestros votos. Perecimos bajo ella, no así nuestro amor, a quien ni siquiera la muerte podía destruir.
MARIPOSAS
Perdió toda esperanza cuando los vio besándose con tanta pasión.
– Jo, tía. Delante de mí. Dándose el lote en plan lengua y todo.
La alegría desbordante que ayer sintió cuando por fin se atrevió a hablar con él había desaparecido.
– Ya, tía, es un gilipollas, tía.
Que su confesora fuese la Nerea, incapaz de guardar un secreto, le hacía temer que iba a ser el blanco de todas las burlas del insti durante un buen tiempo.
– Ya, tía, qué mierda enamorarse a los quince.
Pues sí.
EL AMOR ACUDE AL RESCATE
Deslizó la soga por la argolla del techo. Separó la foto de su hija del desangelado cristal del marco para darle un último beso. Sorprendido, descubrió su propia letra en el reverso. «Querida hija, felicidades. Tengo la esperanza de que pongas pasión en todo lo que emprendas en tu vida. Seguro que reinará la alegría, pero, inevitablemente, también habrá malos momentos. Tu padre siempre estará apoyándote. Comienza a escribir ese libro en blanco de tu vida hoy mismo que cumples quince». Llorando, recogió la soga. Esa tarde, sonriente, compró un billete para visitar a su hija y a su nieta.
Qué ideas tan parecidas tuvimos, Simón.
Si te apetece, lee mi microrrelato MENSAJE, está unos cuántos hacia arriba.
Trilogía
La pequeña corría llena de luz y energía. Sus grandes ojos brillantes y curiosos recorrían la habitación. Su sonrisa contagiosa iluminaba el lugar, de tal modo, que muchos podían ver con claridad. Así, la hermosa “Esperanza” – junto a sus dos amigos – colmada de optimismo, pasión y alegría iba hurgando cada rincón; compasiva, respetuosa, ¡Decidida a encontrar la salida! Segura de que un inmenso y blanco portal los esperaba. De tanto persistir, allí estaban: ¡Quince puertas! Sólo tuvieron que deslizar un poco y el milagro ocurrió frente a sus ojos. Con gozo caminan juntos: Fe, Esperanza y Amor.